Joan López - Bulevar

El fracaso del catalán como herramienta política

La imposición coactiva lleva al catalán al retroceso y no solo se nota en los porcentajes de uso sino en la producción cultural, musical, cinematográfica y teatral, tanto en cantidad como en calidad

Estudiantes durante un exámen de selectividad EFE

Joan López

Un estudio sobre jóvenes entre 15 y 34 años del Ayuntamiento de Barcelona ha dado mucho que hablar dado que ha causado sorpresa el retroceso del uso del catalán en Barcelona así como el retroceso, también, de la adhesión al independentismo entre jóvenes barceloneses.

Un análisis superficial podría despachar el tema afirmando que los jóvenes son, por naturaleza, inconformistas y reactivos frente al poder establecido y que, por lo tanto, dado que el catalán es la lengua de comunicación única de la administración y el poder, los jóvenes son contrarios a su uso. Es posible que esa sea una de las razones: el nacionalismo se ha esforzado tanto, y ha tenido tanto éxito, en crear un marco social, político y mental ajeno a España desde la educación primaria y pasando por todos los aspectos de la vida cotidiana que el éxito de su ingeniería social tiene como resultado un rechazo a la oficialidad, lengua incluida. Es algo parecido a lo que sucedía en el franquismo pero al revés. Entonces la oficialidad era en castellano pero la vida cotidiana discurría en catalán con toda normalidad.

Pero el estudio arroja datos de mayor interés que hay que tener en cuenta. Un mantra constante en Cataluña ha sido el de identificar España con ser facha. Pues bien el estudio establece que la mayoría de los jóvenes barceloneses rechaza la independencia pero a la vez es masivamente de izquierdas. Para los jóvenes España no es una idea facha y eso debería mover a la reflexión, en especial al PSC y a los Comunes, aunque no hay que albergar grandes esperanzas.

Otra idea fundamental que se desprende del estudio es la relación directa entre uso de la lengua y apoyo a la independencia. A más uso del catalán más apoyo al independentismo. Las campañas de monolingüismo y la imposición del catalán por vía legislativa han tenido como consecuencia imprevista el encorsetamiento de la lengua y su conversión en herramienta política. El uso del catalán como elemento diferenciador y su imposición ha provocado el rechazo al mismo por una parte de la sociedad y lo ha convertido en antipático. Si hay que hablar catalán para acceder a un empleo de forma obligatoria en lugar de ser un incentivo o un plus el catalán se convierte en una barrera no en algo atractivo. Al independentismo se le fue la mano y el resultado es negativo para su voluntad de imponer el catalán como lengua única en Cataluña.

Sorprende, especialmente, que aquellos que tiene más acceso a formación de calidad y a estudios internacionales, en los barrios de más renta per capita, sean los que más apoyan a la independencia y los que más usan el catalán. Eso también ha ido en detrimento del uso del catalán en Barcelona dado que mucha gente ve al catalán como una lengua de privilegiados. El catalán y el independentismo no es algo popular para todo el mundo, es una propuesta de los de siempre para mantener sus privilegios de toda la vida.

Finalmente el estudio da luz sobre algo que el nacionalismo detesta, la movilidad y la libertad. Barcelona, a pesar de Ada Colau, sigue siendo un lugar elegido por gente de toda Europa para, esencialmente, dos cosas: estudiar y trabajar. Toda esa gente joven que llega a Barcelona de todos los lugares del mundo a vivir, según desprende el estudio mayoritariamente en pisos compartidos. tiene como lengua común o el inglés o el español.

El catalán de la mano de gente que lo hubiera hecho convivir con el español, que lo hubiera presentado como un elemento de riqueza de la cultura española de forma compatible y complementaria tendría hoy un mayor uso y nivel de estudio a nivel nacional e internacional porque generaría más simpatía. La imposición coactiva lleva al catalán al retroceso y no solo se nota en los porcentajes de uso sino en la producción cultural, musical, cinematográfica y teatral, tanto en cantidad como en calidad.

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