Joan López - Bulevar
La dependencia de la independencia
El independentismo es nostalgia de un tiempo en el que nos creíamos más trabajadores, más inteligentes, más ahorradores, más altos y más guapos
-k63C--1248x698@abc.jpg)
Paseando por la calle Balmes de Barcelona te cruzas con la sede de uno de los candidatos a la presidencia del F. C. Barcelona, su lema de campaña plasmado en un cartel gigantesco dice que «La nostalgia es maravillosa» y es que, efectivamente, los catalanes estábamos abonados a la nostalgia hasta que nos entregamos al abandonamiento.
La nostalgia es la morriña, es esa pena e idealización de lo que creemos que fuimos en el pasado y que estamos convencidos que ya no volverá. Efectivamente, muchos catalanes sienten nostalgia de cuando éramos líderes económicos en España, referencia cultural y motores de casi todo.
Ahora ya no aspiramos a liderar nada, hace tiempo tiramos la toalla, solo queremos que los demás sean como nosotros, algo ensimismados y bastante atormentados, por eso Gabriel Rufián pide, por ejemplo, que se prohíba al resto de comunidades que tengan competencias en materia fiscal.
La nostalgia invade, especialmente, el espíritu de los independentistas. Añoran esos tiempos en los que podía gritar que «Espanya ens roba» y como lucía ufano Pere Aragonés hace unos años en un cartel de su organización juvenil «cada segundo España nos roba 450 euros». Es la nostalgia de cuando el, siempre injustificable, populismo supremacista tenía un argumentario al que aferrarse.
La semana pasada supimos, según datos aportados por la agencia Moody’s, que este 2021 las comunidades autónomas recibirán del Estado 48.760 millones de euros y que la comunidad más necesitada de fondos es Cataluña que recibirá casi el 35 por ciento de los mismos.
Aragonés, presidente autonómico y consejero de Economía en funciones, líder provisional de ERC -por designación de Oriol Junqueras- necesita el dinero de España para mantener a la Generalitat independentista.
Todo el «procés» ha sido financiado por España. Sin el Estado español la Generalitat hubiera quebrado, dado que desde 2012, cuando Artur Mas y Junqueras firmaron el acuerdo para convocar un referéndum en 2014, la Generalitat ha recibido más de 100.000 millones del Estado español, más que ninguna otra comunidad.
Las comparaciones son odiosas pero a la vez ilustrativas. En los últimos ocho años, cada catalán ha recibido, a préstamo, más de 13.000 euros del tesoro español mientras un madrileño, menos de un euro por barba. Quizás acabará resultando que el «dumping» real es sobre endeudar a unos e infra financiar a otros.
El independentismo es nostalgia de un tiempo en el que nos creíamos más trabajadores, más inteligentes, más ahorradores, más altos y más guapos. Este año, Andalucía, esa comunidad a la que el independentismo siempre miró con una mezcla de desdén y condescendencia, pedirá la mitad de dinero que Cataluña a pesar de que en las ocho provincias andaluzas viven un millón más de personas que en las cuatro catalanas.
La independencia tiene dependencia de España. Cataluña no puede ser independiente porque depende de España: de cada diez euros que debe la Generalitat, ocho ha de pagarlos al Estado español.