Joan López - Bulevar
La bandera de quita y pon
Tras su visita a Barcelona, un éxito para Sánchez gracias al guirigay separatista, el presidente puede aparcar la carpeta catalana y centrarse en los Presupuestos, a los que Aragonès garantizó apoyo
A Pedro Sánchez le decía su intuición que la visita al parque temático de la República catalana del miércoles le iba a costar unas décimas demoscópicas y por eso planificó al día siguiente una visita a Zaragoza para reunirse con Javier Lambán, el más crítico de los presidentes autonómicos de su propia escudería.
En la capital de Aragón, el presidente del Gobierno pudo recuperar su mascarilla con bandera española y Lambán, a diferencia de lo que hizo Pere Aragonès el día antes, no quitó la enseña nacional antes de intervenir ante la prensa para valorar su encuentro con el presidente del Gobierno.
Sánchez habló en Zaragoza de igualdad, de unidad y de Juegos Olímpicos de Cataluña y Aragón. En Barcelona, de reencuentro, pacto y referéndum pactado. El día antes su ministro de Deportes, Iceta, había comparado la llamada mesa de negociación con una reunión entre Vietnam del Norte y Vietnam del Sur. Sería interesante que el ministro aclarará si el se sentía Ho Chi Minh o Kissinger.
Mientras Pedro Sánchez hablaba en Zaragoza de España y patriotismo, en Barcelona Pere Aragonès sonreía. Sánchez ya le había advertido: «Mañana iré a Zaragoza, hay que evitar la crítica y hay que contentar a todos, no hagas ni caso de lo que diré». El bisoño presidente catalán lo que no sabe es que el mismo Sánchez 24 horas más tarde le estaba diciendo a Lambán: «Lo de ayer no fue fácil, como ir al dentista». Lambán, gato viejo, es menos crédulo que el presidente de la Generalitat.
No solo hay un Sánchez para cada día de la semana, sino que hay un presidente para cada Comunidad Autónoma. En lo que el presidente del Gobierno vino a llamar España multinivel, lo que se gradúa es el cariño que el presidente muestra por cada territorio. Los que más quiere no son donde más se le vota, sino donde más fuertes son sus aliados: Cataluña y País Vasco. La Comunidad en el nivel más bajo es, sin duda, la Comunidad de Madrid. No hay que descartar que Pedro Sánchez acabe lanzando un salvavidas a Pablo Casado para evitar que este sucumba frente a Díaz Ayuso, su verdadera pesadilla.
Tras su visita a Barcelona, un éxito para Sánchez gracias al guirigay separatista, el presidente del Gobierno puede aparcar la carpeta catalana y centrarse en los presupuestos, a los que Pere Aragonès garantizó apoyo durante su encuentro privado del miércoles, y luego a preparar el semestre de Presidencia europeo que será el gran fin de fiesta previo a la convocatoria electoral de enero 2024.
Nada va a enturbiar el momentum de Sánchez en el segundo semestre de 2023, el tema catalán no va a ser un problema para Moncloa dado que el independentismo se ha autodesactivado, incluso puede suceder que la CUP haga implosionar la legislatura en el primer semestre de 2023 y, por lo tanto, Pedro Sánchez no tenga ni que tomarse la molestia de atender llamada alguna de la Generalitat como ya le ha sucedido en la primera parte de la legislatura.
Podemos y el papel protagonista creciente de Yolanda Díaz, que se ha zampado de un bocado a las ministras Belarra y Montero de Iglesias, es hoy la mayor fuente de preocupaciones de Sánchez, que sin Iván Redondo ejerce como su propio spin doctor.