Joan López - ANÁLISIS

Un asunto nacional

Sin crecimiento del constitucionalismo en Cataluña, Sánchez y sus aliados de ERC, Podemos y Bildu permanecerán en La Moncloa hasta el infinito y más allá

Pablo Casado, en Valencia MIKEL PONCE

La Convención del PP reafirmó que la alternativa a Pedro Sánchez es Pablo Casado. Parece una obviedad, pero no lo es. Albert Rivera, en abril de 2019, quedó a 300.000 votos de superar al PP y tras las catalanas del 21-F, en las que Vox cuatriplicó al PP, los de Abascal estuvieron cerca de superar a los populares en intención de voto.

La desintegración de Cs y el fenómeno Díaz Ayuso impulsan al PP, pero como sucede en Asterix: ¿Toda la Galia está conquistada por Casado? No, una pequeña aldea resiste. En Cataluña los partidos constitucionalistas, o sea, Vox, Cs y PP suman 20 de los 135 escaños en el Parlament, el 17% del electorado. En el Congreso tienen 6 de los 48 diputados que aporta Cataluña, el 19% de los votos. ¿El resto de los catalanes son independentistas? En absoluto. En el 2000 el PP obtuvo el voto de uno de cada cuatro catalanes y doce escaños al Congreso. En diciembre de 2017 Cs ganó las elecciones tras la asonada ‘indepe’.

De la movilización del 8 de octubre de 2017, cuando un millón de catalanes colapsaron Barcelona con un grito desgarrador y desesperado, a la desmovilización a las puertas del día de la Hispanidad de 2021 han sucedido fundamentalmente cuatro cosas.

El mensaje de Sánchez reparador y justificador de los condenados por sedición y malversación, léase corrupción, ha llevado a muchos a renunciar a oponerse al atropello.

La marcha a Madrid de Arrimadas tras el éxito de 2017 creó una sensación de desamparo equivalente al que se tenía cuando el PP se rendía a los pies de Pujol o Mas en aras de la gobernabilidad de España.

La presión de corte fascinerosa que ejerce el independentismo desde el poder sobre todo aquel que ose discrepar impide a las fuerzas constitucionalistas vertebrase e implantarse en Cataluña. ¿Quién es el loco que se afilia a Vox o al PP para que le pinten su casa o le señalen por la calle acompañado de su familia?

Finalmente, el constitucionalismo anda con respiración asistida en Cataluña porque a los diversos focos de poder de la capital de España siempre buscan congraciarse con sus semejantes en Barcelona, o sea, los independentistas, y miran con desdén a los inadaptados no separatistas que molestan con sus lamentos.

Casado oyó una y mil veces en Valencia: ¡Pablo vas a ser presidente¡ Quizás lo logre. La alternancia en España es lo deseable, pero para hacerlo antes deberá conquistar el voto de miles de catalanes que hoy se mueven entre la decepción, la abstención o el voto útil al PSC. La primera tarea de Casado es recoger los pedazos de un jarrón roto como es el constitucionalismo en Cataluña y pegarlos con Loctite. Luego puede empezar la conquista.

El problema catalán en realidad es un asunto nacional trascendente. Sin implantación y crecimiento del constitucionalismo en Cataluña, Sánchez y sus aliados de ERC, Podemos y Bildu permanecerán en La Moncloa hasta el infinito y más allá.

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