Joan Carles Valero - LETRAS EXPECTATIVAS
El lujo del pesimismo
En la emblemática fecha del 20 del 02 de 2002, abrió sus puertas el Eurostars Grand Marina con una decidida apuesta por el arte
Ubicado en la puerta mediterránea de Barcelona, el Eurostars Grand Marina Hotel acaba de cumplir 20 años con el arte como manera de concebir el lujo. Fue el primer 5 estrellas del grupo Hotusa, que nació en 1978 de la mano de Amancio López. Junto a su esposa Ana y sin capital ni experiencia, empezaron prestando servicios a hoteles independientes. Lo hicieron bien y lo que ganaban lo reinvertían. Como siguen haciendo ahora.
En 1994 entraron en la gestión hotelera con algunos establecimientos en propiedad y otros gestionados. Ocho años después, cuando Barcelona estaba en la cima del turismo urbano y gozaba del viento de cola de las compañías aéreas 'low cost', dieron otro paso de gigante. En 1999 se inauguraba el World Trade Center Barcelona, un complejo empresarial de cuatro edificios que inspiran la forma de un barco, obra del estudio de Henry Cobb y Ming Pei. El primero de los edificios es donde Amancio López creó su primer cinco estrellas gran lujo, con un hall donde la escultórica escalera recuerda a la del Louvre, al ser del mismo autor.
En la emblemática fecha del 20 del 02 de 2002, abrió sus puertas el Eurostars Grand Marina con una decidida apuesta por el arte, con obras del escultor Subirats o del pintor Ràfols-Casamada, entre otros. Ese mismo año, convocaron el primer premio de fotografía en lo que sería una declaración de amor a Barcelona que dura ya veinte ediciones, con el afán de vincular el hotel a la ciudad que lo acoge, además de tematizar la decoración de las 291 habitaciones con la instalación en las cabeceras de las camas de trilogías de imágenes evocativas. Otro premio de literatura de viajes, que lleva 16 ediciones, completa los vínculos de la cadena con el arte. La pandemia ha sido devastadora con el sector turístico, pero el presidente de Hotusa confesaba este domingo no tener derecho al pesimismo, un lujo que, dice, solo se pueden permitir los intelectuales. Nunca un empresario.