Joan Carles Valero - Letras expectativas
Industria de la felicidad
Afortunadamente, tenemos un tejido empresarial potente, no solo basado en el viejo binomio de sol y playa
En tres meses, solo he visitado una sede corporativa, esas modernas pirámides que suelen levantarse como símbolos arquitectónicos de poder para mayor gloria del directivo faraón. El teletrabajo ha puesto de manifiesto que es innecesario concentrar los empleados y que, descentralizados, somos incluso más productivos. Pero hay actividades que requieren la prestación personal de servicios. Por ejemplo, en turismo, restauración y ocio.
Amancio López, presidente de Hotusa, suele referirse a su actividad como la industria de la felicidad, ya que viajar es el sueño de la humanidad. Antaño, los viajes masivos solo se realizaban para guerrear, invadir y someter a otros pueblos. Ahora se viaja para conocer y compartir culturas, gastronomías y experiencias. López ha impulsado un ciclo de interesantes debates online sobre el futuro del turismo, sector que constituye uno de los paradigmas del Estado del bienestar, no solo por ser motor principal de la economía de nuestro país, sino porque al alimón proporciona felicidad a sus usuarios. Desde la instauración de las vacaciones pagadas a los viajes del Imserso, porque jubilarse viene del júbilo de disfrutar de la vida, y no hay mayor júbilo que el viaje.
La industria de la felicidad empezó ayer su particular recuperación de actividad tras un concienzudo trabajo para convencer a las autoridades y a la sociedad en general de que abren en condiciones de seguridad y confianza. Porque un gobierno puede decretar el estado de alarma, pero un estado de confianza no se puede decretar, como ha subrayado el profesor Antón Costas en uno de los debates organizados por el también gallego Amancio López.
Efectivamente, la confianza hay que ganársela. El sector turístico reclama protocolos comunes en Europa para garantizar que las normas sean predictibles en todos los países, y también la realización de una titánica campaña de comunicación que ayude a recuperar la confianza, tras el éxito cosechado en la anterior y no menos colosal, basada en grandes dosis de pánico bajo el lema «Quédate en casa». Nuestra industria turística, que es tremendamente intensiva en personal, tendrá una recuperación lenta, porque habrá temor a viajar y al contacto social, al margen de la merma económica provocada por la crisis. Afortunadamente, tenemos un tejido empresarial potente, no solo basado en el viejo binomio de sol y playa. Gracias al turismo urbano, muchas de nuestras ciudades, empezando por Barcelona, han evitado caer en la decadencia.