Joan Carles Valero - Letras expectativas

Gran paso atrás

La nueva plaza Glorias y las super islas incrementan la cruzada de Colau contra los vehículos, sin tener en cuenta que diariamente entran y salen de Barcelona medio millón de personas

Obras de remodelación de la plaza Glorias, en una foto de archivo Inés Baucells

Joan Carles Valero

PARTO de la base de que decrecer no es una opción; lo inteligente es el crecimiento sostenible. Pero asistimos a un desacoplamiento entre administración y sociedad con el peligro de perder a la gente más sencilla en este órdago medioambiental que azota Barcelona. La nueva plaza Glorias y las super islas incrementan la cruzada de Colau contra los vehículos, sin tener en cuenta que diariamente entran y salen de la ciudad medio millón de personas, la mayoría procedentes del arco metropolitano, donde residen 4,5 millones de catalanes para los que Barcelona es su capital y carecen del suficiente transporte público.

La macrocefalia barcelonesa complica la vida y genera tensiones de cohesión porque muchos ciudadanos se sienten mal atendidos, reconoce Santi Vila, que fue consejero de Política Territorial y que ahora preside la Fundación Círculo de Infraestructuras. Sostiene que el modelo de Cataluña-ciudad noucentista en el que era viable la complejidad de vivir, trabajar y divertirse en un mismo lugar, con el atractivo de la compactibilidad que proporciona la densidad y la atracción de talento, ya no es posible porque ha desaparecido el consenso.

Corremos el peligro de caer en el elitismo medioambiental, porque es muy fácil ponerse de acuerdo en privado para mejorar la calidad del aire, pero todavía ningún político explica que son los ciudadanos quienes tienen que contribuir para lograrlo. En Europa se denomina fiscalidad verde, sustentada en el concepto del pago por uso y por contaminar. La ubicación de las estaciones del AVE lejos de Figueres y Tarragona y la falta de transporte público para acceder a Barcelona son tres ejemplos de incentivo del uso del vehículo privado porque sale más barato en tiempo y dinero, máxime tras la gratuidad de las autopistas.

Por primera vez en muchos años, el progreso material y el moral no van de la mano y eso solo puede provocar disgustos, porque la sociedad está fragmentada y sin posibilidad de alcanzar aquellos consensos que en otras circunstancias facilitaron pasos de gigante. Ahora los damos hacia atrás.

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