Joan Carles Valero - Letras expectativas

Algoritmos sociales

La actual popularización de los algoritmos viene de la mano de Google, pero su uso se hunde en la historia

La adaptación a los cambios ha permitido que la especie humana sobreviva milenios mientras otras especies más fuertes desaparecieron. En estos tiempos convulsos y de cambios profundos y complejos, hay que acudir a las mentes más preclaras, a las conciencias investigadoras más honradas para dar un salto adelante en la resolución de los problemas humanos de nuestros días. Los sociales son problemas cuyas soluciones no pueden ser binarias, es decir, basadas en la lógica booleana que solo admite dos posibles respuestas. Para las ciencias sociales no puede seguir siendo la referencia el principio del tercio excluso, la binariedad que es el eje mecanicista que nos domina.

La actual popularización de los algoritmos viene de la mano de Google, pero su uso se hunde en la historia. Un algoritmo no es ni más ni menos que un procedimiento de cálculo desarrollado a través de un grupo finito de operaciones o instrucciones, ordenadas según criterios, fases o pasos que persiguen un objetivo. El algoritmo debe su nombre a Mohammed Ibn Musa Al-Khuwarizmi, uno de los grandes matemáticos musulmanes, que desarrolló su obra en Bagdad en el siglo IX.

La eclosión del big data nos aporta una inmensa nube de datos que se pueden estructurar de manera lógica mediante la revolución digital, que aporta medios y capacidades de tratamiento de la información casi instantáneos. Pero, lejos de una hipotética servidumbre humana a la máquina, ésta sigue a nuestro servicio como destinatarios últimos de la inteligencia artificial, en el sentido de autogenerar nuevos algoritmos para resolver problemas humanos, sociales.

Y eso es lo que ha hecho en vísperas de la Navidad la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras (Racef), la única perteneciente al Instituto de España que tiene su sede en Barcelona. Un equipo de investigación dirigido por su presidente, el doctor Jaime Gil Aluja, padre de la lógica difusa, ha desarrollado un algoritmo para gestionar la inmigración y, en especial la de los menores extranjeros no acompañados. Se trata de un procedimiento flexible y adaptable que establece las agrupaciones con tantas variables como sean necesarias para asignarlas de forma óptima, tanto a los territorios como, en el caso de los menores, a las familias de acogida. Este tipo de trabajo en el ámbito de la Fuzzy Logic, la teoría de subconjuntos borrosos, ha permitido ya grandes éxitos que salvan vidas cada día. La Racef la pone al servicio de todas las administraciones.

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