El independentismo pierde la mayoría absoluta en el Consejo del Audiovisual de Cataluña
El periodista Salvador Alsius renuncia como consejero del ente para dedicarse a su familia
La falta de acuerdo entre los grupos del Parlamento de Cataluña para renovar los organismos autonómicos sigue poniendo en evidencia cierto desprecio de los partidos a las instituciones. El Consejo del Audiovisual de Cataluña (CAC) es uno de los entes públicos más erosionados, junto con el Síndic de Greuges, la Sindicatura de Cuentas y el Consejo de Garantías Estatutarias. Todos esperan la renovación de sus miembros.
Ayer, el Diario Oficial de la Generalitat de Cataluña (DOGC) dio cuenta de la baja del periodista Salvador Alsius como consejero del CAC. Alsius anunció a la Mesa del Parlamento autonómico su renuncia el 14 de febrero y se hizo efectiva el 15 de marzo. De esta manera, el CAC se queda compuesto por cuatro consejeros (Roger Loppacher, Daniel Sirera, Carme Figueras e Yvonne Griley) de los que tres están en periodo de prórroga, por tener cumplido su mandato, y otro consejero lo cumplirá en julio.
Alsius señaló a ABC este martes que, aunque todavía no había cumplido su mandato, que acababa en julio, decidió que ahora era el momento de finalizar sus tareas en el CAC, organismo del que era su vicepresidente, desde el que impulsó el proyecto eduCAC -sobre la educación mediática- y colaboró en poner en marcha un proyecto europeo. «He considerado que había llegado el momento. Me acerco ya a los 72 años de edad y quiero dedicarme más y mejor a mi familia», apuntó el periodista, que tiempo antes pasó por los estudios de TV3 y de TVE, así como por la redaccion del Diario de Barcelona y las aulas de las universidades Autónoma y Pompeu Fabra de Barcelona.
El efecto inmediato de la decisión de Alsius es que se equilibran los consejeros en el eje independentista en el pleno del CAC. El ente, entre otras tareas, emite informes, a raíz de una denuncia previa o de oficio, sobre la mala práctica periodística de los medios en Cataluña. En los últimos años, con la efervescencia secesionista, la división entre los miembros del organismo ha sido muy clara, con los miembros nacionalistas del CAC apoyando y protegiendo prácticamente siempre a TV3 y Catalunya Ràdio de las acusaciones de mala praxis. Estos informes, que tienen gran acogida mediática y revuelo político, se aprueban por mayoría simple.
En varias ocasiones, Loppacher, en tanto que presidente del CAC, ha tenido que hacer uso del voto de calidad debido a las renuncias de los consejeros que se han ido produciendo. El CAC, que empezó con siete consejeros, debería tener cinco miembros (cada uno cobra algo más de 110.000 euros al año y el presidente tiene un suplemento de unos 6.000 euros) y tras la salida de Alsius se queda en cuatro. Por lo tanto, Loppacher tendrá que volver a utilizar esta potestad del voto de calidad pues el CAC queda, en este aspecto, dividido dos a dos.
Además, el presidente, que es uno de los tres consejeros en prórroga, tendrá que esforzarse en conseguir consensos entre los otros miembros del CAC, pues hay decisiones de relevancia que deben aprobarse por mayoría absoluta. De entrada el nombre del nuevo vicepresidente, vacante como consecuencia de la renuncia de Alsius y que es propuesto por el presidente. También el anteproyecto de los presupuestos del propio organismo, las sanciones muy graves a medios de comunicación, la participación del CAC en ámbitos internacionales y, entre otros asuntos, el informe anual del propio organismo.
El Parlamento de Cataluña tiene abierta desde 2016 la renovación de las vacantes del CAC. Las disputas políticas entre JpC y ERC hacen imposible avanzar. Los consejeros se eligen con el apoyo de los dos tercios de los diputados y para seis años.