Barcelona responde a medio gas a la declaración de independencia

Las muestras de júbilo en Sant Jaume y el parque de la Ciutadella contrastan con la calma en el resto de la ciudad

Unas 12.000 personas se han reunido frente al Parlament AFP

À. GUBERN / D. TERCERO

Puño en alto, como celebrando un gol en el Camp Nou, el independentismo ha gritado por fin el nacimiento de la república catalana. En la sesión del día 10, el gozo duró apenas ocho segundos. En la de hoy, la supensión no será tan inmediata y no vendrá del propio presidente catalán, sino del Estado.

Sin embargo, las muestras de júbilo en Sant Jaume y el parque de la Ciutadella contrastan con la calma en el resto de la ciudad, que sigue funcionando con plena normalidad. En Paseo de Gracia, en las Ramblas, en las zonas más turísticas, la presencia de turistas, como siempre, era abrumadora. En el resto de la ciudad, como si nada hubiese pasado.

La fiesta comenzó este mediodía en los alrededores del parque de la Ciutadella, donde está la sede del Parlament, y ha proseguido esta tarde en la plaza de Sant Jaume, donde Òmnium Cultural ha convocado una fiesta de celebración de la República. Por el momento, y pese a las demandas de los asistentes que exigen que se descuelgue la bandera de España de Palau, esta sigue ondeando junto a la "senyera" en lo alto del edificio. No ha sucedido lo mismo en Gerona o Sabadell. Pese a las ganas de muchos catalanes por alcanzar la independencia, la realidad es que la Guardia Urbana sólo ha contabilizado seis mil asistentes en la concentración.

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Horas antes, en el Paseo de Lluís Companys, a las puertas del parque de la Ciutadella, los independentistas, convocados pr la ANC y Òmnium, han seguido el pleno de este mediodía como si se tratase de un partido de Champions, abucheando cuando el contrario se acercaba al área y cuestionaba la legalidad de lo que se estaba debatiendo, excitándose cuando eran los propios los que les enseñaban el contorno de la inminente república. A los de Catalunya Sí que es Pot, entre unos y otros, se les ha sibado y aplaudido a partes iguales: están donde quieren estar.

«Ahora sí, ahora sí», gritaban algunos mientras se acerca la hora de la votación. A diferencia de la sesión del día 10, donde nadie sabía por dónde saldría el president Puigdemont, este mediodía la confianza era general entre los congregados, convencidos de que, ni como el 10, ni como el giro inesperado del día anterior, habría sorpresa. «¡Vamos de cara a barraca, DUI!», señalaba una mujer que dejó atrás ya hace bastante la edad de jubilación, un perfil muy habitual en las conentraciones soberanistas. No obstante, y más allá del tópico de las «iaies de la ANC», esta mañana en el «rodea al Parlament» secesionista, había un poco de todo: muchos estudiantes, autónomos, medianda edad... el tipo de gente que uno define como «normal».

Como en un partido de fútbol, la excitación ha ido creciendo a medida que se acercaba el momento de la votación. Y al proclamarse los resultados, lo previsible: abrazos, gritos, lloros... « ¡DUI, república, Catalunya...!».

El júbilo ante el Palau de la Generalitat contrasta con la absoluta normalidad que se respira en el resto de la ciudad, el mismo que el de un viernes cualquiera. En el paseo de Gracia, termómetro turístico y social de Barcelona, la gente pasea tranquilamente, entra en tiendas y admira a Gaudí. Solo el claxon de algún coche y algún motorista con al escalada a modo de capa recuerdan lo que ha pasado hoy en el Parlament.

En la Rambla, por ejemplo, el ambiente a media tarde era el de un viernes cualquiera aunque con una mayor presencia de esteladas.

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