Miquel Porta Perales - El oasis catalán

Impostura

La obsesión por el Estado se nota. Vaya si se nota

Al socaire de la barbarie terrorista desatada sobre Barcelona y Cambrils, la Generalitat se ha propuesto brindar al mundo la imagen de Estado independiente. Mensaje externo: un Estado catalán de facto que tendría una Administración propia capaz de hacer frente a un atentado terrorista islámico, que poseería una Policía propia capacitada y experimentada que en nada envidiaría a cualquier otra, que contaría con una Nación propia –la que sale a la calle a expresar su condolencia- que legalizaría y legitimaría dicho Estado. Mensaje interno: con una Administración basta, con una Policía basta, con una Nación basta.

Esto es: los ciudadanos de Cataluña pueden -¡deben!- prescindir del Estado español en beneficio de la República Catalana que podría nacer -¡sí, está muy cerca!- en octubre. Por y para eso –sigue el mensaje- es necesario que los ciudadanos de Cataluña apoyen –sin complejos- el referéndum ilegal de autodeterminación del día 1 de Octubre y acudan –sin complejos- a las urnas a depositar –sin complejos- su voto afirmativo. ¡Catalanes: otra Cataluña es posible! ¡Catalanes: solo depende de vosotros! ¡Catalanes: la República Catalana os espera! ¡Catalanes: marchemos ya de España!

La obsesión por el Estado se nota. Vaya si se nota. Un consejero de la Generalitat que distingue las víctimas catalanas de las de “nacionalidad española”, unas investigaciones policiales que marginan a la Policía Nacional y la Guardia Civil, una declaraciones –“Cataluña, Europa y el mundo están ahora más seguras” o “nosotros y todos los Estados del mundo”- que permiten deducir la consideración de Cataluña como Estado, una Asamblea Nacional Catalana de los Estados Unidos que pide a los medios norteamericanos que ilustren la noticia del atentado con la bandera cuatribarrada o la estelada. Más: la purga del ministro español de Exteriores de la fotografía en que aparecen el ministro de Exteriores italiano con Carles Puigdemont y Raül Romeva. Sigue la impostura. Sigue la ficción. Sigue la deslealtad.

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