Miquel Porta Perales - El oasis catalán
Implosión
El «proceso» está en fase de oclusión externa –cegado- gracias a las medidas tomadas por el Estado de derecho en defensa de la democracia y la legalidad vigente
Para referirse al “proceso”, se usan –entre otros- términos o expresiones como “farsa”, “ocurrencia”, “broma”, “ficción”, “fantasía”, “aquelarre”, “engaño”, “grotesco”, “esperpento”, “sainete”, “circo”, “ridículo”, “agonía”, “ante el precipicio”, “camino sin salida”, “viaje a la nada” o “en manos de Fu Manchú”. Y más allá del qué, está el cómo. Mi hipótesis es la siguiente: el “proceso” se atascará y paralizará –ya lo está- gracias a la oclusión externa y la implosión interna. Diccionario. Oclusión: cierre completo del canal vocal de una articulación. Implosión: fenómeno cósmico que consiste en la disminución brusca del tamaño de un astro. Y si es cierto que la oclusión es propia de la fonética y la fonología, y que la implosión pertenece al ámbito de la astronomía y la astrología, no es menos cierto que una y otra ideas son aplicables al “proceso” –mucha fonética y astrología- que lleva años torturando al personal.
El “proceso” está en fase de oclusión externa –cegado- gracias a las medidas tomadas por el Estado de derecho en defensa de la democracia y la legalidad vigente. Y la implosión interna se percibe en la división de un nacionalismo que -acostumbrado a presionar, driblar o engañar al adversario- es víctima de su propia “astucia”. Al respecto, tanto da que Artur Mas sea o no investido President. Si finalmente lo es, se convertirá en rehén –presidente provisional condicionado por una CUP que desea fundir el independentismo “moderado” en beneficio del radical: ¿CUP, ERC y Podemos?- de un movimiento antisistema que, con sus exigencias, hará descarrilar el “proceso”. Y si Artur Mas no es investido President, continuará –hasta la implosión- la debilidad, desprestigio y ridículo de un “proceso” que verá disminuir paulatinamente su fuerza, tamaño y apoyos. ¿Qué futuro y qué credibilidad tiene un “proceso” –ojo, este “proceso” y no el de izquierdas en marcha- que se mueve entre la deslealtad de unos y la extravagancia de otros? La respuesta, en el inicio de este artículo.