Pablo Nuevo - TRIBUNA ABIERTA
Ilusión para que no vuelva el miedo
Pablo Iglesias es un político radical, que considera al discrepante enemigo y no adversario electoral
Aunque en la campaña electoral se presenta como un socialdemócrata moderado, con un punto de sensibilidad como acredita el corazoncito de su logo, Pablo Iglesias es un político radical, que considera al discrepante enemigo y no adversario electoral, y que esconde una agenda de transformación institucional que va más allá de una fiscalidad confiscatoria y una política económica que nos puede llevar al colapso.
Para conseguir sus objetivos de alcanzar el poder el líder de Podemos tiene una relación no demasiado estrecha con la verdad; no obstante, de vez en cuando ha expresado públicamente cuál es la esencia de su proyecto político. En este sentido, pocas afirmaciones de Pablo Iglesias tan claramente reveladoras de su forma de pensar como aquellas en las que reniega de la propia idea de España o en las que señala que aspira a que el miedo cambie de bando.
Lo dramático del asunto es que, siendo la del miedo una idea descabellada (¿no se espera de los políticos que como mínimo no siembren la discordia en la sociedad?), puede acabar siendo realidad, a tenor de las encuestas publicadas el pasado fin de semana.
Es evidente que por sí sólo Podemos no tendrá mayoría para gobernar, pero puede alcanzar responsabilidades en el aparato estatal si, como parece, el PSOE mantiene el bloqueo a un pacto de Estado con el PP.
En este sentido, Pablo Iglesias se vería beneficiado de un complejo en el PSOE semejante al que ha llevado a la irrelevancia al PSC. En cierto modo el líder populista no ha hecho más que verbalizar abiertamente los problemas que cierta izquierda tiene con la idea nacional española.
Aun cuando en un régimen constitucional la nación se define más como un espacio de disfrute de derechos y libertades y de ejercicio de deberes cívicos que como una realidad prepolítica de naturaleza cultural, una mirada a la experiencia política europea nos muestra que sin una base de esas características (resultado de una historia compartida, de un modo de ser y un ethos específico culturalmente modelado) es difícil articular un proyecto político compartido. Y es precisamente esta base cultural de la nación española la que suscita un indisimulado rechazo en parte de nuestra izquierda, y no sólo en la radical como Podemos, sin que 40 años después de la muerte de Franco pueda seguir poniendo como excusa una equiparación entre nación y símbolos nacionales y derecha autoritaria.
Este rechazo explica la incapacidad del PSC para entenderse con el PP en la defensa de la España constitucional, y por lo que parece puede motivar que Pedro Sánchez prefiera intentar formar gobierno con Podemos antes que pactar con el PP las reformas que necesita nuestra sociedad, aaunque disimule dejando a la formación morada el "sottogoverno", elementos del aparato estatal donde se encuentra verdaderamente el poder.
El regeneracionismo español, que tanto ha hecho por el avance de nuestra sociedad, debería tratar de activar la conciencia del deber y la ilusión por enderezar nuestro destino colectivo, recuperando la normalidad de la defensa de la nación española. De lo contrario, no es que el miedo vaya a cambiar de bando, sino que puede que desaparezca el bando de la libertad.
Pablo Nuevo es profesor de derecho constitucional en la Universidad Abat Oliba CEU