Joan Carles Valero - Letras expectativas
Humanismo económico
Cuestiones como los valores, la visión y misión de la empresa, lejos de utilizarse como mera propaganda
La expresión «ten el valor de usar tu propia razón» (sapere aude), divulgada por Kant en su ensayo «Qué es la ilustración», mantiene plena vigencia. En el mundo de la economía se tiende a ver con cierta desconfianza y displicencia a quienes proceden del campo humanista, porque priman los resultados sin percatarse de que, ahora más que nunca, necesitamos tomar distancia. El humanismo aporta capacidad para desengancharse del binomio causa-efecto y amplía la mirada de la reflexión. Platón decía que el mejor gobernante es el filósofo. Por eso las empresas y los países necesitan en sus altos cargos a gente que, además de conocimientos técnicos y económicos, tengan una buena formación humanística.
Cuestiones como los valores, la visión y misión de la empresa, lejos de utilizarse como mera propaganda, deberían constituir la pared de carga sobre la que desarrollar la actividad económica. Una persona formada en humanidades es capaz de aprender constantemente. Y eso es muy importante, porque vivimos en un mundo en el que se sobrevalora la respuesta inmediata y se pierde la capacidad de conectar con el cambio continuo.
Ramon Adell, catedrático de Economía de la Empresa (UB) y vicepresidente de la patronal Fomento, defiende que para encontrar respuestas a los comportamientos sociales, en las facultades de Economía se enseñe menos matemáticas y más historia, psicología y sociología, entre otras ciencias sociales. En estos tiempos de incertidumbre, necesitaríamos figuras como la del desaparecido Pere Duran Farell para generar consensos mientras combinan el humanismo con una pujante actividad económica.
El doctor Adell ha recordado en el programa Converses de COPE Cataluña-Andorra que Duran Farell siempre incitaba a sus colaboradores a preguntarse: ¿por qué no pasan las cosas que podrían pasar? Así evitaban limitarse a responder ¿por qué pasan las cosas que pasan? Trasladados al actual momento económico de Cataluña, deberíamos dejar de regalarnos autocomplacencia cada vez que se conocen nuevas inversiones y preguntarnos qué podríamos conseguir y llegar a hacer sin que hubiera inestabilidad e incertidumbre. Los efectos sinérgicos de la seguridad jurídica y la estabilidad logran que todos tengamos más ganas de sumar para multiplicar. En este sentido, el profesor Adell señala que a Cataluña le queda mucho camino por recorrer en el campo del «business friendly» para facilitar la actividad económica a partir de considerar que un empresario no es un enemigo al que controlar e inspeccionar, sino un activo, porque es capaz de aceptar un riesgo para generar empleo y riqueza. De no ser así, ¿cómo vamos a pagar nuestra sociedad del bienestar mientras el déficit público sigue en la estratosfera?