Herreweghe, el apóstol de Bach
El director belga firma una magnífica versión de la Pasión según san Mateo, solamente empañada por algunas fisuras
![Philippe Herreweghe, durante la actuación en el Palau de la Música](https://s2.abcstatics.com/media/espana/2022/04/13/senor_20220413182329-U20058121504yJG-1248x698@abc.jpg)
Sale al escenario encorvado, cargando su vieja partitura de la Pasión según san Mateo de Bach: un volumen desgastado de tanto pensarlo y cuyas tapas se intuyen casi desprendidas. Philippe Herreweghe acarrea ese libro de escenario en escenario desde hace ya muchos años. Verle dirigir esta obra permite constatar hasta qué punto ha logrado conformar un grupo que prácticamente no necesita indicaciones para saber cómo quiere el director belga que suene. Su gesto se ha reducido a la mínima expresión. Alguna mirada, algún ladeo de su cabeza, un encogerse de hombros, una mano que se abre o se cierra… Apenas nada más. Y con esto, los cantantes y el conjunto instrumental van a la una incluso en las entradas más complicadas. Un mecanismo de precisión absolutamente extasiante desde la primera nota a la última.
Ahora bien, en esta ocasión hubo algunas pequeñísimas fisuras en la ejecución. Probablemente, sean fruto de tres factores. En primer lugar, exceso de confianza. Es lo que explicaría, por ejemplo, el monumental patinazo del veterano flautista Patrick Beuckels al inicio del primer recitativo de un solista, el 'Du lieber Heiland du'. Un fallo que, de todas formas, quedó inmediatamente subsanado y compensado con creces en sus intervenciones durante en el resto de la obra.
El cansancio podría ser otro factor que explicaría algunas entradas poco claras, y algunas dinámicas que fueron resultando algo más pesadas hacia el final. Esta era la novena vez que el grupo interpretaba la obra en los últimos doce días: un ritmo difícil de soportar por mucho renombre que uno tenga.
Finalmente, algunos desajustes son atribuibles a lo que parece una evolución en la visión que Herreweghe tiene de algunos criterios interpretativos. La articulación que escuchamos en el Palau, al menos al inicio de la Pasión, da un protagonismo al 'staccatto' mucho mayor al que era habitual en sus lecturas. Que hacia el final este empeño se diluyera progresivamente conforme avanzaba la obra indica que el maestro quizás está introduciendo cambios que aún no tienen del todo interiorizados ni él ni sus músicos. Será muy interesante ver hacia dónde nos lleva en los próximos años.
En cualquier caso, su sonido sigue siendo impecable, y los solistas estuvieron al nivel que se espera. El evangelista de Reinoud Van Mechelen es al mismo tiempo comedido y emocionante, mientras que el Jesús de Tobias Berndt confiere a su parte todo el aplomo y atemporalidad que Bach supo imprimir al protagonista del relato. Excepcionales, por mencionar solamente a unos pocos, las sopranos Dorothee Mields y Grace Davidson, junto al contratenor Tim Mead. Mención especial, también, para las violinistas Christine Busch y Maria Roca y la impecable violagambista Romina Lischka.