El Hermitage tira la toalla y renuncia a Barcelona
La oposición frontal del gobierno de Colau aboca a los impulsores del proyecto a buscar otra ciudad en la que instalar el museo
El Hermitage tira la toalla. Definitivamente. Sólo tres meses después de manifestar a través de un comunicado que deseaban «estar en Barcelona con la ilusión de compartir con la ciudad la extensa colección de Hermitage y fomentar el diálogo entre culturas de dos urbes como San Petersburgo y Barcelona, ambas con una gran riqueza y sensibilidad cultural», el museo renuncia a instalarse en la capital catalana. Demasiadas trabas. Demasiados problemas con un Ayuntamiento que no quería ver la franquicia del museo ruso ni en pintura.
Así, después de años de desencuentros y de una negativa constante y frontal del gobierno del Colau, la sociedad Museu Hermitage Barcelona, controlada por el fondo de inversión suizo y luxemburgués Varia en un 80% y por la sociedad Cultural Development en el 20% restante, ha optado por el portazo y ha paralizado los gastos fijos que mantenía para tirar adelante el proyecto, tal y como ha avanzado este viernes 'El País'. Fuentes de la sociedad consultadas por este diario han confirmado que el proyecto se da por abandonado, aunque no han querido añadir nada al respecto.
La llegada del Hermitage a Barcelona empezó a gestarse hace más de 10 años y contemplaba una inversión de más de 50 millones de euros. Después de varios cambios de orientación y de la muerte de quién había de ser su ideólogo, el científico y divulgador Jorge Wagensberg, el museo anunció finalmente la construcción de un edificio de más de 12.000 metros cuadrados diseñado por el arquitecto japonés Toyo Ito. En todo momento, sin embargo, el consistorio mostró su rechazo al proyecto aduciendo que su viabilidad financiera no estaba garantizada y que su construcción atraería más visitas foráneas a un barrio ya muy presionado por el turismo y con problemas de movilidad.
400 puestos de trabajo
Desde M useu Hermitage Barcelona, sociedad que tampoco ha puesto demasiado empeño en hacerse oír ni en trasladar el proyecto a los ciudadanos, se anunció que el nuevo museo sería «motivo de orgullo para la ciudad» alternando comisarios locales e internacionales de prestigio para configurar algunas de sus exhibiciones y configurando su propia colección de obras de arte contemporáneo. En un terreno más práctico, preveía la creación de 400 puestos de trabajo directos e indirectos y una «gran apuesta económica, social y cultural no solo para la ciudad sino también para Cataluña». «El proyecto situará a Barcelona como un atractivo centro de confluencia entre la cultura mediterránea y el bagaje histórico del prestigioso museo ruso», celebraba el director del Museo Hermitage Estatal de San Petersburgo, Mikhail Piotrovsky, el pasado mes de mayo, cuando aún parecía posible recondundir el tema.
Más de medio año después, según la información de 'El País', ha llegado el momento de asumir la realidad y dejar de despreciar las ofertas de otras ciudades mucho más receptivas. Y es que, según los promotores, hasta 23 capitales de provincia españolas, con Madrid a la cabeza, y una docena de ciudades europeas se habrían postulado para acoger el museo. A partir de ahora, con Barcelona sólo se mantendrá abierta una vía judicial para tratar de arañar una indemnización tras invertir cerca de tres millones de euros.
Desacuerdo en el Ayuntamiento
Para el Ayuntamiento, el adiós definitivo del Hermitage es la prueba de que el proyecto «no tenía consenso». Tanto es así que ni siquiera los dos socios de gobierno, los comunes y el PSC, se han puesto de acuerdo a la hora de valorar la noticia. Para los de Colau, no es ningún secreto, el Hermitage era más un engorro que otra cosa, por lo que la teniente de alcalde de Urbanismo de Barcelona, Janet Sanz, no se ha esforzado demasiado en disimular su satisfacción. «El tiempo nos ha dado la razón», ha destacado Sanz, para quien tiene mucho más sentido la propuesta del Gran Teatre del Liceu de abrir una segunda sede en el puerto. «No es proyecto basado en una franquicia, es autóctono», ha dicho.
Por contra, el primer teniente de alcalde y líder del PSC en la ciudad, Jaume Collboni, no ha querido sumarse la triunfalismo de los comunes y ha asegurado, que pese a las discrepancias, los proyectos no se abandonan. «No renuncio ni a la ampliación del Aeropuerto de aquí a cinco años, no renuncio al Hermitage y, evidentemente, no renuncio a la oportunidad que nos dan los Juegos Olímpicos de Invierno», ha dicho. Otra cosa, claro, es que los proyectos le abandonen a uno, como es el caso.