Luz Guilarte - Tribuna Abierta

Teatro clásico

Calígula trataba a los ciudadanos con una actitud llena de fanfarronería, desprecio y excentricidades. Colau sigue ese patrón, incapaz de respetar la opinión de los ciudadanos como por ejemplo con el tranvía de la Diagonal

Colau, esta semana durante una presentación Ep

Luz Guilarte

La frase en latín 'Oderint dum metuant', atribuída al emperador Calígula, se podría traducir como 'no importa que me odien, mientras me teman'. Dos mil años después, en el mundo siguen existiendo gobiernos y personas que bajo este lema ejercen su poder de forma despótica respecto a sus ciudadanos a los que siguen tratando como súbditos. Uno de estos ejemplos sería el gobierno de Ada Colau, apoyado siempre por los socialistas y los independentistas de ERC.

Calígula trataba a los ciudadanos con una actitud llena de fanfarronería, desprecio y excentricidades. Colau sigue ese patrón, incapaz de respetar la opinión de los ciudadanos como por ejemplo con el tranvía de la Diagonal, el llamado urbanismo táctico, la prohibición de los hogares compartidos, la ubicación de un albergue de personas con adicciones a diez metros de un centro educativo, y tantos otros ejemplos realizados de espaldas y en contra de los ciudadanos.

Calígula aumentó considerablemente la crisis económica y el hambre, vaciando en actos de generosidad y extravagancia la tesorería del imperio. Del mismo modo que Colau utiliza los recursos del Ayuntamiento para vaciar sus arcas regalando subvenciones a sus afines y en proyectos propagandísticos e ineficaces. Para arreglar las maltrechas cuentas, Calígula promulgó diversos impuestos. Colau, también, basando su política económica en un modelo de 'impuestazo' a cargo del bolsillo de los barceloneses, mientras aumentan de manera considerable las colas del hambre o las listas de espera para una vivienda de emergencia habitacional.

La popularidad de Calígula se forjó en los campamentos de soldados que comandaba su venerado padre, Germánico. La de Colau se forjó fomentando los movimientos okupas de la PAH, y ambas, se perdieron y se han perdido por esta forma de gobernar. Roma se salvó de un final trágico, digno de las grandes obras del teatro clásico, con la subida al poder de Claudio quien restauró el buen gobierno del imperio; esperemos que Barcelona también se pueda salvar a partir de las próximas elecciones municipales.

Luz Guilarte es la portavoz de Cs en el Ayuntamiento de Barcelona

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