Antoni Fernández Teixidó - Tribuna abierta

Un gobierno efectivo

El independentismo sabe que ni Rajoy, ni Sánchez, ni Rivera, pueden ofrecer ningún tipo de solución negociada y pactada a sus expectativas

La moción de censura presentada por el PSOE en el Congreso de los Diputados ha tenido cronológicamente un primer efecto. Finalmente, en Catalunya se ha constituido un gobierno efectivo. Entiéndase un gobierno sin la turbadora presencia de consellers detenidos o huidos. Es más difícil explicar el término efectivo, ¿puede, por naturaleza, haber un gobierno que no sea efectivo? Este término forma parte de la liturgia procesista. Por definición, los gobiernos deben aspirar siempre a ser efectivos. La inminente toma de posesión de los consellers implicará inmediatamente el levantamiento del 155. Catalunya ─espero que no transitoriamente─ habrá recuperado sus instituciones de autogobierno.

Lo sustancial, ¿con qué programa de acción liderará Torra la acción gubernamental? No lo sabemos. Probablemente, él tampoco. Es para el separatismo un tema menor, y la misma presencia de las conselleras y consellers escogidos avala esta percepción. Sospecho que se pretende otra cosa: mantener viva la confrontación con el gobierno español sin traspasar por un tiempo los límites constitucionales. Quisiera subrayar dos ideas: el enfrentamiento es con cualquier gobierno español, lo presida quien lo presida, siempre y cuando no acceda éste a las reivindicaciones irrenunciables de los independentistas. El desenlace de la moción de censura no resultará decisiva para sus aspiraciones. Es más, cuanto más duro sea el perfil de los gobernantes españoles, mejor para la causa nacional de Puigdemont y los suyos.

La segunda reflexión tiene que ver con la variable tiempo. Con elecciones generales o sin ellas, Torra necesita imperiosamente disponer de la capacidad que la Constitución le otorga a la hora de disolver el Parlamento catalán para convocar elecciones en Catalunya. Esta es una cuestión estratégica, y por esa razón, con ese designio, el soberanismo gobernante explotará en los próximos meses un discurso formalmente radical, pero actuará con cautela en el respeto de la Constitución. No será éste un proceso lineal, no dejaremos de contemplar piruetas de todo tipo, pero se trata de llegar vivo al 27 de octubre ─un año justo después de la última convocatoria electoral.

Más allá de la inflamada gesticulación de los partidos independentistas que hemos visto en el debate estos dos últimos días, ellos saben que, ni Rajoy , ni Sánchez, ni Rivera, pueden ofrecer ningún tipo de solución negociada y pactada a las expectativas de los separatistas. Conscientes de esa insalvable limitación, se trata de agitar lo imprescindible para mantener firme a su electorado a la espera del juicio en otoño. Aunque les cueste creerlo, lo que suceda en España afecta a Catalunya relativamente poco.

Un gobierno efectivo

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