Cataluña quiere cobrar 4 euros más por cajetilla de tabaco, pero serán reembolsables en el estanco

Los fumadores podrán devolver las colillas para recuperar el dinero del impuesto, a modo de fianza

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Una voluntaria, durante una campaña de recogida de colillas en las playas de Barcelona hace unos años Efe

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Como históricamente se hacía con los cascos de cerveza. La Generalitat está estudiando instaurar una tasa de 20 céntimos por cigarrillo retornables para quienes devuelvan las colillas y fomentar así el reciclaje de un producto que es altamente contaminante, que está muy presente en nuestras calles y playas y frente al que las enésimas campañas de concienciación son, siendo realistas, muy poco efectivas. Se desconocen los detalles de la medida, que podría ponerse en marcha a principios de 2024, que de momento ha comportado muchas dudas y preguntas entre fumadores y estanqueros.

«Pero si van a robar colillas hasta de la boca...», ironiza con perplejidad Anabel, una estanquera de la calle Dos de Mayo de Barcelona, que explica a ABC que la medida le parece «un absurdo» y «una cortina de humo para recaudar» y que insta a multar a quienes tiren colillas o a regalar «ceniceros cívicos» si realmente quieren hacer algo al respecto. En una línea similar, Jordi, que regenta una tienda en la calle de Sants se pregunta si el cambio de precio en los paquetes puede provocar un conflicto de competencias con el Estado, que es quien fija el precio del tabaco. «Si algunos paquetes ya cuestan 5 euros ahora, ¿alguien pagará casi 10 euros por fumar?» , se pregunta.

«Dar valor a cada colilla»

La Generalitat parte de la base de que otras normativas actuales, como la recién estrenada estatal ley de Residuos que fija que los productores de tabaco se tienen que encargar de recoger colillas, no son especialmente eficientes. Frente a eso, desde Cataluña se propone «dar valor a cada colilla como incentivo al consumidor para que sea devuelta y así incrementar su recuperación», explican. Así, incorporar una fianza en el precio inicial del producto puede ayudar a la causa y puede, a la vez, suponer una fuente de ingresos para que la administración destine más dinero a su reciclaje.

El plan, que ayer avanzó 'El Periódico', se contempla en el anteproyecto de la ley de Prevención y Gestión de los Residuos y Uso Eficiente de los Recursos, avalado hace escasos días por la Agencia de Residuos de Cataluña y que ahora sigue su camino hasta la aprobación final, que podría llegar durante el primer trimestre de 2023. El artículo 81 del texto, al que ha tenido acceso ABC, contempla «sistemas de depósito, devolución y retorno» para fomentar la reutilización o el reciclaje de determinados productos y fija que en el «plazo máximo de un año desde la entrada en vigor de esta ley, el Govern tiene que haber implantado» estas iniciativas en productos que, añade un anexo, podrían ser «colillas de tabaco, envases de vidrio, pilas o residuos de aparatos eléctricos o electrónicos».

«Es una ley muy importante, necesaria pero tenemos que ser muy cuidadosos con los tiempos y no podemos dar todavía los detalles», aseguró ayer la portavoz del Govern, Patrícia Plaja. Desde la consejería de Acción Climática, Agricultura y Agenda Rural reconocen a este medio que «es muy probable que la ley sufra algunos cambios» pero que en todo caso deja un marco a partir del cual actuar en este sentido y que, en todo caso, hará falta un complejo desarrollo de la iniciativa.

154 millones para el Govern

Para avanzar en el trabajo, a la espera de cómo avance el texto, el departamento ya ha elaborado informes previos sobre este sistema de reciclaje de colillas. A partir de datos sobre consumo de tabaco en Cataluña, se aconseja fijar en 20 céntimos el precio por colilla. Un fumador (que de media fuma 14 cigarrillos al día según datos del Instituto de Estadística de Cataluña) podría retornar el 90% de sus colillas, lo que significaría que a lo largo del año recuperaría 926,65 euros. El 10% de colillas que se estima que no se devolverían se convertirían en unos 154 millones de euros anuales para las arcas de la Generalitat, que irían a proyectos de limpieza.

La realidad, visible en cualquier espacio del país, es que muchos fumadores tiran las colillas al suelo y estas acaban dispersándose por doquier, ensuciando los espacios públicos. Su recogida es una tarea costosa , dada la laboriosidad de ir cogiendo esos pequeños filtros uno a uno y al hecho de que los métodos de limpieza no están preparados específicamente para su retirada. Aunque no son visibles, los impactos ambientales (por las toxicidades que desprenden tanto abandonados en vertederos como en plantas incineradoras) son la peor cara de las colillas.

Su reciclaje, de hecho, es especialmente complicado. Buena parte de estos trabajos los realiza en España TerraCycle, una empresa canadiense que se encarga de procesar los cigarrillos, separando el tabaco residual, el papel y el filtro, que es en realidad un tipo de plástico. Estos últimos se acaban tratando para ser mezclados con otros plásticos y tener una segunda vida..

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