La Generalitat endurece los protocolos para conseguir que el 80% de las clases universitarias sean en catalán

Las facultades pedirán el nivel C1 de catalán a los docentes que tengan contratos de más de dos años y los profesores también se tendrán que comprometer a impartir clase con la lengua anunciada previamente

Cataluña activa un plan para llevar la inmersión en catalán a la universidad

Geis, este jueves durante el acto ABC

Anna Cabeza

Nueva vuelta de tuerca de la Generalitat para seguir imponiendo el catalán en tantos ámbitos públicos como pueda interceder. Justo coincidiendo con una época de especial sensibilidad por la obligatoriedad de implantar, al menos, un 25% de las clases en las aulas en español, un caso en el que los tribunales han dicho la última palabra, el Govern redobla su apuesta para 'catalanizar' las universidades, no solo públicas, con más protocolos al respecto.

El departamento de Investigación y Universidades, conocido es, hace meses que habla de su deseo de que en 2025 en torno al 80% de las clases universitarias, pero también de enseñanzas postuniversitarias, sean en catalán. Para hacerlo realidad, la consejería ha presentado este jueves ante representantes del sector, la batería de medidas del "Plan de fortalecimiento de la lengua catalana en el sistema universitario y de investigación" que se han consensuado con las facultades y centros de investigación de la comunidad.

Los implicados, de hecho, llevan meses trabajando para avanzar en materia de transparencia y seguridad lingüística, cuentan desde el departamento, y ahora quieren centrarse especialmente en fortalecer la docencia en catalán. Es por eso que entre las medidas destaca el hecho de que se pasará a obligar a que los profesores con contratos superiores a los dos años tengan que acreditar el nivel C1 de catalán, una idea que la consejería de Educación ya apuntó hace meses para sus plantillas . A nivel universitario la normativa vigente, un decreto de 2010, fija un nivel mínimo exigible que «asegure la competencia del profesorado para participar con adecuación y corrección» de las tareas académicas, pero no concretaba cuál era ese nivel.

Según se ha sabido, la acreditación del C1 tendrá previstas excepciones por la temporalidad y por hacer docencia o investigación en una tercera lengua, y los docentes tendrán que aportar un título oficial. Los docentes tendrán más condiciones: tendrán que comprometerse a mantener la lengua anunciada antes del inicio de curso para que todos los alumnos puedan saber el idioma de una asignatura antes de que se matriculen. Esto a día de hoy ya ocurría, aunque hasta hace poco no se fiscalizaba el idioma de las clases. Si los profesores optan por el catalán tendrán que facilitar material y exámenes básicamente en esa lengua.

Además, Universidades activará una comisión que vele por el despliegue de nuevos protocolos para fortalecer el catalán en las universidades. Se seguirá, así, instaurando un sistema de recogida de indicadores en todas las universidades, no solo públicas, y centros de investigación para conocer sus usos lingüísticos o se han aumentado plazas para formar a profesorado de secundaria en catalán, porque muchos tenían que ir a cursar el máster específico fuera de Cataluña, lo que era «una anomalía», en palabras de representantes del departamento.

64 quejas

«Partimos de un trabajo muy bien hecho», ha remarcado durante el acto Xavier Quinquillà, director general de Impacto Territorial y Social del Conocimiento, que ha alentado a los profesores a seguir trabajando para llegar «al horizonte del 80%» en todas las facultades, «desde Alicante a Perpiñán». Él ha recordado que la Generalitat, en este último mandato, ha instaurado un buzón para quejarse de incidencias por cambios de idioma y que en lo que llevamos de curso se han detectado por ahora, 64 casos (de los que casi la mitad fueron resueltos con un nuevo cambio de idioma y el resto se produjeron por sustituciones de profesores de última hora). Todos los casos avisados tenían que ver con el catalán, ha incidido Quinquillà, «lo que confirma cuál es la lengua en minoría y la que se debe proteger».

En un tono similar se ha mostrado la consejera de Universidades, Gemma Geis, que ha asegurado que «el catalán vive una situación compleja y delicada por muchos motivos: teníamos que hacer una aportación desde el departamento». Ella misma ha resaltado que esta línea de actuaciones «no es del departamento, es un acto de país« porque es un «deber y una responsabilidad» de todos trabajar para el «uso del catalán como lengua normal» en las facultades.

Por todo ello, Geis se ha conjurado con los representantes universitarios y de docencia para seguir avanzando en un plan «hecho desde el rigor, con serenidad, desde la centralidad, el consenso y la inclusión. No podrán contraponer la política de defensa y fortalecimiento de la lengua catalana con la propia esencia del conocimiento internacional». «Estamos convenidos y comprometidos el hecho de que expresarnos en catalán por el mundo es compatible», ha sentenciado.

«No pienso cambiar de catalán a castellano»

«Llevo 28 años como profesor y solo dos veces me han pedido impartir la clase en castellano. Eran alumnos de Erasmus. Lo que hice es pedirles que vinieran a mi despacho y les dije 'aquí nos pasa esto. L o que no puedo es cambiar la clase de catalán a castellano solo por un estudiante '. Y lo seguí haciendo en catalán». Con estas explicaciones, Jordi Casademont, profesor de Ingeniería Telemática en la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), narra su experiencia con el catalán en la facultad.

Su testimonio es uno de los que se ha escuchado en un video retransmitido durante la presentación de Universidades. Durante la cita, que llevaba por título, 'El catalán, punto de encuentro' y que se ha celebrado ante decenas de representantes docentes, se han escuchado a varios alumnos, de Erasmus y también llegados del resto de España, sin problema alguno, o incluso en algunos casos encantados, con el hecho de haber tenido que aprender un nuevo idioma para proseguir con sus estudios.

«Ha sido una riqueza para mi», destacaba Daniele Colozzi, un estudiante italiano en el video. Sobre el escenario, profesores y alumnos también han narrado la misma historia. Por ejemplo, Marta Caballero, investigadora predoctoral de Toledo que lleva desde julio de 2020 en Cataluña y que ha asegurado que aprender catalán fue «un atractivo» para ella. O Andreu Pulido, un responsable de la Universitat de Girona, que ha explicado que «están acostumbrados» a acoger a alumnos con ilusión por aprender catalán: ellos mismos este año han formado a unos 400 estudiantes extranjeros. Una realidad que, para nada se parece, a la que otros colectivos, como S'ha Acabat! o Escuela para Todos, denuncian habitualmente por no poder estudiar en español a pesar de ser una lengua oficial en Cataluña.

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