Miquel Porta Perales - El Oasis Catalán
Franquismo
Algo de eso podría haber en el «proceso». ¿Acaso no se percibe una suerte de democracia orgánica a la manera del Antiguo Régimen?
Se dice que el franquismo empapó a la sociedad. El franquismo sociológico, ¿recuerdan? Algo de eso podría haber en el «proceso». ¿Acaso no se percibe una suerte de democracia orgánica a la manera del Antiguo Régimen? ¿Se acuerdan de la familia, el municipio y el sindicato como instancias legitimadoras del Régimen? Pregunta: ¿quizá el «proceso» no quiere legitimarse vía familia (Asamblea Nacional Catalana o Súmate), municipio (Asociación de Municipios por la Independencia o Asociación Catalana de Municipios) y sindicato (CCOO, UGT, Movimiento Obrero por la Independencia)? ¿Quizá no existen otras corporaciones (Ómnium Cultural, Consejo Asesor Para la Transición Nacional, Mesa por el Derecho a Decidir, Pacto Nacional por el Derecho a Decidir, Pacto Nacional por el Referéndum, Círculo Catalán de Negocios, Plataforma por la Lengua y entidades como Autónomos, Ingenieros, Campesinos, Juristas, Docentes, Arquitectos, Estudiantes, Jóvenes o Artistas, todos, por la independencia) que legitiman el «proceso»? A ello, añadan una sección femenina «procesista» que responde al nombre de Mujeres por la Independencia.
Más coincidencias. Los actos de adhesión (de la plaza de Oriente al paseo de Gracia o la avenida María Cristina y del Bernabéu al Camp Nou), el alquiler de autocares para manifestantes y la recomendación –¡lo dice una consejera!– de tomar un día festivo para acompañar, no al Caudillo, sino a los procesados por organizar la consulta ilegal del 9-N. Más: la conspiración judeo-masónica en forma de judicialización del «proceso», las Leyes de Transitoriedad (¿Leyes Fundamentales del Régimen?), la idea de Movimiento, Régimen y Revolución Pendiente. Solo falta inaugurar pantanos. Más: un nacionalismo que encuadra, exhorta y aclama que cuenta con sus terminales mediáticas e intelectuales orgánicos. Sin olvidar la existencia de afectos y desafectos.
Sin duda, se trata de una casualidad. Y, como en las películas, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.