Francisco Oya - TRIBUNA ABIERTA
Clara Ponsatí, secesionismo enganchado a las ubres del Estado
No pueden resignarse a que la pandemia sustituya al «prusés» como principal noticia del día
Durante estos días que llevamos de cuarentena por el coronavirus, los separatistas catalanes han hecho alarde, una vez más, de su vileza: ante una crisis sanitaria de proporciones históricas, su única preocupación ha sido marcar las distancias con el Gobierno de la Nación, insultar al conjunto de los españoles y destruir la imagen de España en el extranjero. Todo ello, por descontado, sin el más mínimo escrúpulo en el uso de la mentira y la difamación. Está claro que no pueden resignarse a que la pandemia sustituya al Prusés como principal noticia del día en las cabeceras de los periódicos.
Los ejemplos han sido numerosos, pero quien se lleva la palma hasta ahora, posiblemente, ha sido la ex consejera de Enseñanza y prófuga de la Justicia Clara Ponsatí Obiols cuando tuiteó “De Madrid al cielo”, en unos momentos en que los muertos empezaban a acumularse en la capital de España, la comunidad autónoma más castigada por la pandemia, seguida de Cataluña. Al también fugado Carles Puigdemont le faltó tiempo para retuitear la infamia. Como reconocimiento por sus contribución a la Historia mundial de la infamia, Clara Ponsatí ha sido incorporada al Institut d'Estudis Catalans.
Como es sabido, la ciudad de Madrid es para los supremacistas catalanes algo especialmente repugnante, por su calidad de símbolo y representación del conjunto de la Nación española y de su gobierno, a los que odian profundamente. Sin embargo, para cualquiera que conozca los antecedentes de Clara Ponsatí, la exconsejera de Enseñanza no tiene motivos personales de odio hacia “Madrit”, precisamente. Niña bien de Sarriá, uno de los barrios más pijos de Barcelona, en los últimos tiempos se había enganchado a las ubres del Estado con insaciable tenacidad. En el año 2000, el Ministerio de Educación y Cultura, le concedió una ayuda para el Subprograma de Estancias de Investigadores Españoles en Centros de Investigación Españoles y Extranjeros. Durante ese curso académico, Clara Ponsatí percibió 29. 000 € que costearon su estancia en la universidad de Toronto, la misma cantidad que su marido, Antoni Malet, con el que compartió destino académico.
También fue nombrada por el Gobierno de España para dirigir, entre los años 2006 y 2012, el Instituto de Análisis Económico del CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas), en su sede en Barcelona, dependiente del Ministerio de Economía, Industria y Competitividad.
En el curso académico 2012-13, el Gobierno de España la seleccionó como titular de la prestigiosa cátedra Príncipe de Asturias de la Universidad norteamericana de Georgetown, dotada con 96.000 dólares. Desde ese privilegiado observatorio, como revela Juan Pablo Cardenal en su reciente libro La Telaraña, Clara Ponsatí se dedicó a promover abiertamente la secesión y a erosionar la imagen de España a nivel internacional. Incluso llegó a afirmar públicamente que el déficit fiscal del Estado español con Cataluña ascendía, sólo desde 1986, a 200.000 millones de euros (¡). Finalmente, terminó con la paciencia del ministro García Margallo, que no le renovó la cátedra con el convincente argumento de que un puesto así no puede servir de “base para alentar procesos secesionistas contrarios a la Constitución”. Un cese tan razonable, ganado a pulso por Ponsatí, fue utilizado por esta para hacer la típica campaña victimista, habitual entre los que comparten la cosmovisión separatista, quejándose de haber sido sometida a censura por el Estado. A partir de este lloriqueo pudo conseguir la suficiente promoción en el mundillo del nacionalismo supremacista para entrar en el Secretariado Nacional de la ANC (Asamblea Nacional Catalana) desde mediados de 2016 y ser nombrada por Puigdemont Consejera de Enseñanza el 14 de julio de 2017.
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