Ángel Hernández Guardia - Tribuna Abierta
Fractura social en Cataluña
El supremacismo catalanista se lamenta que no son tratados con respeto pero no quieren admitir su voluntad totalitaria
La ideología supremacista del nacionalismo, históricamente, intenta manipular además de la cultura y el lenguaje, fundamentalmente los principios y valores de los derechos humanos atribuyendo a estos unos supuestos derechos colectivos para oponerlos a los derechos individuales y personales.
El buenismo tercerista, el catalanismo auto denominado moderado y el izquierdismo socialdemócrata catalanista, tratan de nuevo de confundir a la opinión pública de Cataluña y de los ciudadanos catalanes, de que la fractura social producida en Cataluña es una cuestión de estos tiempos exacerbados y radicales y no de algo que va implícito en el origen del propio localismo, regionalismo o nacionalismo, que parte de unas supuestas diferencias colectivas y siempre supremacistas (som els millors) y que implican una falta de respeto a la dignidad de los colectivos que no consideran «propiamente suyos» (lengua, cultura y territorio propios) y que comportan una visión xenófoba y racista hacia el resto de conciudadanos a los que excluyen.
El supremacismo catalanista se lamenta que no son tratados con respeto pero no quieren admitir su voluntad totalitaria y homogeneizadora hacia su propia sociedad a la que ofenden, insultan, amenazan y en ocasiones han agredido y agreden, tanto física como socialmente. Y de este modo los voluntaristas caen, suponemos que de buena fe, en su discurso y afirman como hacia unos días en esta misma sección, Mariano Gomá Vocal de Sociedad Civil Catalana, que lo «más importante es que está en juego (en Cataluña con el desafío separatista) nuestra dignidad, la de Cataluña y la del pueblo catalán» y se pregunta qué ¿Dónde queda pues la dignidad de Cataluña?, sin advertir que la dignidad, es de las personas que la perdieron desde el mismo momento en que las instituciones catalanas fueron dominadas por el catalanismo y, y que comenzó a funcionar en Cataluña desde el inicio del catalanismo histórico, reanudado en la propia etapa de la transición hacia la implantación de la democracia en España.
La fractura social entre los ciudadanos catalanes que hemos padecido y soportado el oprobio y la discriminación y quienes se han favorecido con su colaboracionismo con el nacionalismo, ya no puede ser restaurada con diálogos o negociaciones de reparto de privilegios y ventajas. Solo con el retroceso ideológico y político de una buena parte del catalanismo y su erradicación al ámbito de las creencias personales se podrá alcanzar una sociedad democrática y libre en la que todos los catalanes seamos considerados iguales y en la que desaparezcan las heridas infligidas. Conviene que el resto de España lo sepa y lo reconozca, para que no negocie nada con las instituciones catalanas en tanto no se produzca esa conciliación y negociación interna. Cataluña somos todos y es la democracia y los derechos humanos lo que están en peligro.
ÁNGEL HERNÁNDEZ GUARDIA (MOVIMENT CÍVIC 12 D’OCTUBRE)