Crítica musical
La fiebre del bis se extiende a Peralada
Vamos a tener que cambiar la grafía del ‘Vissi d’arte’ y llamarle ‘Bissi’ mientras Sondra Radvanovsky mantenga el rol de Tosca en su repertorio
![El tenor alemán, Jonas Kaufmann y la soprano estadounidense Sondra Radvanovsky, este domingo en el XXXV Festival Castell de Peralada](https://s2.abcstatics.com/media/espana/2021/07/27/1439459087-kHgC--1248x698@abc.jpg)
Vamos a tener que cambiar la grafía del ‘Vissi d’arte’ y llamarle ‘Bissi’ mientras Sondra Radvanovsky mantenga el rol de Tosca en su repertorio. Tras bisar esta aria función tras función en el Teatro Real, la soprano y todo el elenco (orquesta y coros incluídos) se trasladaron a Peralada para ofrecer al público catalán la misma ópera en versión de concierto, sin escenografía. Y el ‘milagro’ volvió a obrarse. La diva cedió a los aplausos entusiastas del respetable que, bien informado, quería degustar el mismo plato servido en Madrid. Lo propio hizo el divo, Jonas Kaufmann, aunque en su caso los aplausos no fueron tan fervorosos.
Conviene, pues, recuperar e insistir en la reflexión que proponía desde estas mismas páginas Julio Bravo hace unos días: ¿Tiene sentido el ‘bis’ si deja de ser excepción para convertirse en norma? Valga decir que, en el caso de Radvanovsky, lo que escuchamos el domingo era merecedor de una sincera y entusiasta ovación. La emoción que transmite su personaje, que alcanza el clímax precisamente en ese ‘Vissi d’arte’, es para quitarse el sombrero. El fraseo, la respiración imposible, los matices, todo alcanza la perfección al pasar por su aparato fonador. Su súplica «por qué, Señor, me pagas así», con una messa di voce increíble es solamente uno de los ejemplos que justifican el aplauso. ¿El bis? Quizás.
No puede decirse lo mismo de Kaufmann, cuyo Cavaradossi parece estar al límite de sus posibilidades. El público lo percibió y, aunque le brindó un cálido aplauso, es obvio que no se hubiera llegado al bis sin toda la propaganda del Real en las semanas previas, y por ese afán de todos (público, programadores, divos) de hacer historia un día sí y al otro, también.
Bises aparte, el rendimiento musical de la velada fue de altísimo nivel. Carlos Álvarez es capaz de transmitir un Scarpia malvado, tenso, dramático, y junto a los mencionados divos fue determinante para dar nervio a la función. En todo ello jugó un papel igualmente fundamental la dirección exquisita de Nicola Luisotti. Precisión, buen balance, y sentido del ritmo con visión deque le permitió guiar a la formación instrumental por los clímax y anticlímax de este engranaje de emociones perfecto que es Tosca. De la orquesta y el coro del Real solamente se puede decir que exhiben un excelente estado de forma y que hay que atribuirles buena parte de los éxitos que ha cosechado esta producción.