La familia de las víctimas del incendio cree que no pudieron avisar porque les robaron el móvil
Los Mossos d'Esquadra investigan si el origen del fuego en el local ocupado en la plaza Tetuán de Barcelona fue accidental o provocado
«Cuando fui a la oficina de los Mossos no tenían su teléfono, pero funcionó durante todo el día tras el incendio». Así lo explica a ABC Rana V., primo del hombre que, junto a su pareja y sus dos hijos, murió por el fuego que se originó en un local ocupado de la plaza Tetuán de Barcelona este martes. El terminal del padre no solo podía recibir llamadas, sino que alguien se conectó a sus redes sociales, cuando él ya había fallecido. «Estaba activo en Facebook. Primero fueron diez minutos, luego se desconectaba y aparecía otros 20 minutos en línea», cuenta el familiar. El móvil dejó de emitir señal al día siguiente, cuando al tratar de contactar ya salía apagado. La noche del suceso quienes alertaron a emergencias fueron los vecinos.
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Por estos motivos, Rana sospecha que alguien pudo robar el móvil durante la disputa que se produjo de madrugada, previa al incendio, ante la antigua sucursal de Evo Bank ocupada, y en la que también se vio involucrado su primo. El origen de la discusión entre dos grupos fue el reparto del cobro del alquiler de quienes allí residían de forma ilegal. Los Mossos «mediaron» en el desencuentro, y uno de los bandos abandonó la zona.
![Una mujer observa el altar improvisado ante el local quemado de Tetuán](https://s1.abcstatics.com/media/espana/2021/12/03/fotos-memorial-tetuan-U12761873335Wem-510x349@abc.jpg)
Por el momento, la investigación de la policía catalana transcurre en absoluto mutismo y mantiene abiertas todas las hipótesis. Es decir, que el origen del fuego pudo ser tanto accidental como provocado. Las víctimas son Violeta , una mujer de origen rumano y 41 años; su pareja Saki, un hombre pakistaní, y los dos hijos de ambos: un niño de tres años y un bebé de pocos meses. El padre llevaba casi dos décadas en Europa. Pasó por Grecia e Italia, y desde hace nueve años residía en España, aunque en situación irregular.
Desde 2020, la familia convivía en los bajos de la plaza Tetuán, 20, junto a varias personas más. Entre ellas, cuatro hombres, de entre 20 y 50 años, que resultaron heridos leves por inhalación de humo, y que recibieron el alta el mismo día del suceso tras permanecer en observación en dos hospitales de la capital catalana. También con otra pareja de origen rumano, según apunta Dragomir M. , hermano de Violeta. «Cuando pasé unas semanas durmiendo aquí, vi a mi cuñado enfrentarse a ellos porque estaban borrachos y consumían drogas , y él les decía que dentro estaba prohibido, porque no quería que sus hijos se criasen en ese ambiente», cuenta a este diario.
![Dragomir, en un banco frente al local incendiado en plaza Tetuán](https://s1.abcstatics.com/media/espana/2021/12/03/hermano-violeta-U34862536484Yrv-510x349@abc.jpg)
También relata haber visto sobre la mesa del salón decenas de billeteras. «Yo solo tengo una –y la muestra–, ¿cómo ellos tenían tantas?», desliza para apuntar que eran robadas. Tras la tragedia, ni Dragomir ni Rana entienden como sus familiares no escaparon de las llamas, y murieron por inhalación de humo . «No había cerradura en la puerta de su habitación, ¿por qué no pudieron salir a la calle?», cuestiona. «Creemos que falló algo. ¿Por qué solo murieron mi primo, su mujer y sus hijos y al resto no les pasó nada?», lamenta el segundo. Será la investigación la que determinará si la sospecha del entorno de las víctimas es real o si, por el contrario, el fuego se originó de forma fortuita, y no hay ningún responsable de la tragedia.
Repatriar los cuerpos
Desde el día del suceso, Dragomir se sienta todas las tardes en un banco frente al local calcinado . Junto a él, su mujer. «Los he perdido a todos», musita entre lágrimas. Muestra un billete sencillo de metro, en el que se desplaza para pasar las horas junto a un altar improvisado, donde algunos depositan velas y flores. Se encuentra desamparado porque el consulado de su país, Rumanía, dice no tener fondos para costear la repatriación del cuerpo de su hermana y sus sobrinos.
El Ayuntamiento de Barcelona subraya que «están en contacto con la familia y el consulado para ayudar en lo que puedan», pero lo cierto es que lo único que tiene el hermano de Violeta es un conjunto de notas que guarda en su cartera. Una con la dirección de la comisaría de los Mossos en Travessera de les Corts. «Aún no me dejan recoger sus objetos personales», cuenta. Otro con la dirección del juzgado que instruye la causa y, el restante, que reza «Altima o Mémora, hablar con el consulado», para saber en qué funeraria se encuentran los cuerpos. A las anotaciones, se suma toda la ayuda que ha recibido: un folleto con un número gratuito para que pueda contactar con Servicios Sociales.
Él subsiste con la recogida de chatarra , como demuestran sus manos ajadas. En su empeño de poder llevar los restos de Violeta hasta Rumanía, donde ella tiene otros cuatro hijos, ha depositado una caja junto al local para que quien quiera pueda depositar donativos. «Nadie nos ayuda, y yo no sé que hacer», lamenta.