Antoni Fernàndez Teixidó - Tribuna Abierta
Expectativas letales
El ofrecimiento de diálogo por parte de Sánchez enmascara la voluntad irreductible de resistir del secesionismo catalán
La recién estrenada presidencia de Pedro Sánchez al frente del gobierno español ha abierto nuevas y discutibles expectativas en relación al grave contencioso catalán. Sus primeros movimientos y declaraciones, con las inevitables matizaciones posteriores, apuntan una voluntad explícita de negociación con el Govern Torra. No puedo evitar pensar que se trata de una indisimulada instrumentalización de las aspiraciones a dialogar de muchos catalanes bienintencionados, con el exclusivo fin de afianzar el despegue de la agenda presidencial de Sánchez. El propósito es claro, al tiempo que resulta evidente la acuciante necesidad del independentismo catalán de ganar tiempo, para preparar, como dice su President, nuevos y numerosos 1 de octubre.
El ofrecimiento de diálogo por parte de Sánchez, enmascara la voluntad irreductible de resistir del secesionismo catalán. Pretende mantenerse hasta las próximas elecciones municipales o autonómicas anticipadas, exhibiendo una huera retórica republicana y dando escasos pasos a la hora de quebrantar la ley. En otras palabras, los fines electorales de socialistas e independentistas coinciden en el momento actual y se retroalimentan. Es más difícil entender la torpe expectativa de determinados sectores de la sociedad civil catalana, que esperan del hipotético futuro diálogo resultados y avances sustantivos. Es verdad que la tensión que se soporta es mucha, y rebajarla es conveniente, no obstante, una cosa es desearlo y otra cosa es que la posibilidad se materialice.
Conviene insistir en tres cuestiones, a mi juicio, importantes: la primera, el diálogo y los avances esperados no se darán más allá del acercamiento de los políticos presos. La repetida voluntad de tender la mano al soberanismo catalán por parte de Sánchez, será combatida en última instancia por su propio partido cuando empiecen las concesiones. Las recientes proclamas de Puidemont, Torra, Aragonès y Tardà, por citar unas pocas, son una muestra inequívoca de que, en modo alguno, se desea un acuerdo de fondo con el socialismo español, a no ser que éste, acepte la celebración de un referéndum de autodeterminación para Cataluña. La solemne declaración de Torra respecto al papel del Rey en la cuestión catalana es un hecho insólito, y que el gobierno español no se pronunciara, lo es mucho más. Es de todo punto inadmisible.
La segunda cuestión, tiene que ver con el corolario propio de esa actitud que consistiría en bajar la guardia por parte de las formaciones no independentistas. Si ese temor se concretara, la suerte de la unidad territorial estaría echada. La tercera y última, guarda relación con una afirmación casi principista, solo se puede vencer al independentismo electoralmente, suponiendo, claro está, que se le quiera vencer. El resto de tácticas incrementarán la confusión primero y la frustración después, y evidenciarán que ciertas expectativas infundadas acaban resultando letales para todos.