Ángel González Abad - Los martes, toros

El exilio aragonés

El pasado domingo, decenas de aficionados catalanes volvieron a darse cita en el coso zaragozano de la Misericordia para asistir a la corrida concurso de ganaderías, que al final resultó un fiasco

Comienza una nueva temporada y esa pasión que mantienen viva muchos aficionados catalanes vuelve a mover la necesidad de ver toros. La Monumental de Barcelona con sus puertas cerradas en el año en que se debería estar celebrando por todo lo alto su centenario, no permite más que mantener la espera sobre esa sentencia del Tribunal Constitucional que no llega, pese a que el recurso contra la prohibición de las corridas de toros va para seis años que fue presentado.

Tendrá que ser así, una desesperante lentitud del órgano judicial que no hace más que ir contra los derechos constitucionales que dice y debe defender. Así que mientras tanto, esa activa resistencia taurina que no está dispuesta a perder una guerra en la que han puesto todo su ardor, toda su vida, vuelven a emprender camino del exilio para presenciar una corrida de toros.

Los viajes se organizan a Castellón, a Valencia, a la Francia taurina y a tierras aragonesas. Allí son siempre bien recibidos, en estos lugares encuentran siempre el apoyo del resto de aficionados, sus apariciones en los tendidos siempre son rubricadas con fuertes ovaciones que les animan a seguir luchando por la libertad, esa libertad cercenada en su Cataluña por una decisión política, y esa misma libertad amenazada ahora por una ola antitaurina que se extiende precisamente con esa connivencia política, con ese miedo de una clase partidista que las más de las veces obedece a la defensa de su propia supervivencia.

El pasado domingo, decenas de aficionados catalanes volvieron a darse cita en el coso zaragozano de la Misericordia para asistir a la corrida concurso de ganaderías, que al final resultó un fiasco. Allí fue donde dieron el primer paso en su exilio, allí fue en donde lanzaron por primera vez ese grito almogavar de ¡desperta ferro! al que no están dispuestos a renunciar bajo ningún concepto ni presión. Al contrarío, cada vez más fuerte, cada vez más unidos, cada vez con más razón.

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