Un europeista convencido para afrontar la crisis catalana
El compromiso de Borell con los valores constitucionales le ha convertido en la bestia negra del independentismo
Los ministros de Pedro Sánchez toman posesión de sus cargos
El 8 de octubre de 2017, Cataluña dio el vuelco. Una semana después del referéndum ilegal del 1 de octubre, centenares de miles de personas convocadas por Sociedad Civil Catalana salieron a la calle para defender los valores constitucionales y la permanencia de Cataluña en España. El constitucionalismo salía definitivamente del armario, y una de las imágenes que para muchos resumió aquella jornada histórica fue la del socialista Josep Borrell (Pobla de Segur, Lérida, 1947) enarbolando una bandera europea al grito de "esta es nuestra estelada".
Su presencia en aquella manifestación -en la que también estuvo el Nobel Vargas llosa-, y su activismo en contra del independentismo -libros, artículos, debates...- le convirtieron desde entonces en una de las bestias negras del secesionismo. Si a Borell, ya antes del "procés", le habían demonizado señalándole como el ejemplar más puro del "socialismo jacobino" , su antiindependentismo confirmó su condición de enemigo de la Cataluña más intransigente.
En 2015 publicaba "Las cuentas y los cuentos de Cataluña" (Crítica) un libro clave en el desmontaje del andamiaje independentista, en el que, con cifras y rigor, arruinaba el argumentario del agravio económico que ha servido de base y alimentado el "procés" en los últimos años.
Un año después, Borell contribuía a agrandar su vitola de antagonista del independentismo al aceptar participar en un debate en 8TV con el entonces vicepresidente y consejero de Economía de la Generalitat Oriol Junqueras. Junqueras fue vapuleado.
Exministro de Obras Públicas, presidente del Parlamento Europeo, frustrado candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno tras derrotar a Joaquín Almunia en unas primarias -acabó renunciando por las presion tras destaparse un fraude fiscal que afetaba a un excolaborador suyo-, a Borell nadie le podrá discutir su capacidad para ocupar la cartera de Exteriores, un currículum al que también suma su activismo en contra de la independencia. La virulencia con la que el secesionismo con voz en las redes sociales ha acogido su designación es quizás su mejor aval ante su nuevo cometido.
Carles Puigdemont apuntaba esta tarde: "¿Es este el gesto que tenían pensado para enviarnos un mensaje de fraterna desescalada? (...) Se ha significado en la escalada del odio".
Els apologetes en diuen, cofois i pomposos, "un temps nou". Rescatar perfls d'un altre temps que s'han significat en l'escalada de l'odi, és el gest que tenien pensat per enviar-nos un missatge de fraternal desescalada? https://t.co/AuYOm4u1V0
— Carles Puigdemont 🎗 (@KRLS) 4 de junio de 2018
En una entrevista en ABC concedida un mes antes del referéndum ilegal del 1 de octubre, hacía un diagnóstico de la crisis catalana, y orientaba, en aquel momento obviamente sin imaginar que a los pcoos meses él formaría parte de un nuevo gobierno socialista, una posible manera de encarar el problema con el secesionismo. "No no veo conceptualmente rechazable que se pueda debatir sobre el modelo territorial. Seguro que hay cosas que se pueden ajustar, mejorar. Pero eso nunca se puede ofrecer como instrumento para convencer a quienes no se dejan convencer y quieren saltarse la ley ", apuntaba Borell a este diario.
A su currículum y méritos se suma también una afinidad personal con Pedro Sánchez que le llevó a ser quizás el único apoyo entre la vieja guardia del PSOE en el duelo a muerte entre el nuevo presidente del Gobierno y la aspirante a liderar el PSOE Susana Díaz.
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