Estudiar al perro para entender al ser humano prehistórico
Los perros ya comían una dieta variada en la Edad de Bronce, según un estudio de la UB
El análisis de huesos de 36 perros de hace 3.500 años hecho por el Seminario de Estudios e Investigaciones Prehistóricas (SERP) de la Universidad de Barcelona ha revelado que la alimentación de estos animales ya estaba condicionada por los humanos en la Edad de Bronce y la primera Edad de Hierro . Los restos, extraídos en el yacimiento de Can Roqueta (Sabadell), han mostrado una alimentación basada en la carne, pero también en cereales y legumbres. Se añade este hallazgo a la idea de que los humanos dedicaban tiempo y recursos en preparar la comida de sus perros.
Ya en el Neolítico los perros acompañaban a las personas como vigilantes y cazadores. Es en esta época donde se encuentra el inicio de la modificación en su dieta que hoy aún existe, pero en la investigación liderada por Silvia Albizuri y Javier López Cachero se han observado «innovaciones» en la Edad de Bronce, como la «presencia de nuevos cereales». La gran diferencia respecto a eras anteriores fue la introducción del mijo. Este cambio resalta la importancia que tuvo en la economía humana, porque permitía la agricultura intensiva y constituía una fuente de alimento más digestiva que otros cereales con gluten tradicionales.
En los restos de canes pertenecientes a la Edad de Hierro se ha hallado una diferencia alimentaria también destacada: algunos ejemplares tenían una dieta completamente carnívora, mientras que otros, principalmente vegetariana. Esto presenta la posibilidad de una distinción entre diferentes razas de perro, ya que es en esta edad cuando empiezan a observarse perros mucho más grandes, seguramente cruzados con lobos, presumiblemente destinados a la vigilancia de rebaños, y otros más pequeños, útiles para otro tipo de trabajos. Esta distinción se produce al mismo tiempo que los humanos aumentan su movilidad y los grupos empiezan a ser más complejos socialmente.
«Sin duda los perros se convirtieron en compañeros de nuestros antepasados hasta el punto de integrarse en el mundo simbólico y emocional de las comunidades humanas», afirman los investigadores. Tan solo en Can Roqueta se han hallado 81 perros enterrados desde la Edad de Bronce, muestra de la estrecha relación que construía con las personas y que les otorgó importancia emocional, no solo como herramientas de trabajo.
El estudio de la historia del perro se ha convertido en un punto de vista más para estudiar la historia humana. Al haber formado parte de las civilizaciones desde hace miles de años, sus restos explican, como en el caso de la investigación 'Perros que comían plantas' , cambios en la dieta y el impacto que tuvieron, cambios en la estructura social o incluso en la espiritualidad. La tumba de perro más antigua conocida tiene más de 30.000 años, que es, por lo menos, lo que llevan estos animales conviviendo con los humanos .
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