Oti Rodríguez Marchante - Barcelona al día
Están chiflados y/o van de farol
Lo primero que ha hecho Junqueras es exigir que la nueva convocatoria de referéndum la firmen todos los componentes del actual gobierno, no vayan a sacarlo sólo a él del tablero
El plan de la Asamblea Nacional Catalana tiene poco de innovador, pues es un plan tan viejo y tantas veces urdido en nuestro viejo mundo que ya no pueden maquillarlo ni los más hueros eufemismos, como «el derecho a decidir» o «la unilateralidad». El plan tiene nombre y apellido: se llama golpe de estado. Aunque el anunciarlo tan a bombo y platillo da un poco la sensación de farol, pues cualquier Estado, y más si tiene la bendición internacional de ser plenamente democrático, y más aún si tiene encima una adherencia de siglos, y ante tal pública presunción y rimbombante aviso, hay que suponerle la capacidad de elaborar también un plan de autodefensa contra ese golpe de estado tan de escaparate que hasta ya tiene puesta la fecha.
Hasta ahora, el Gobierno de la Nación se ha limitado a alentar la labor de la Justicia y a dosificar «capones» entre la chiquillería del proceso vejatorio que los políticos sediciosos se empeñan en imponer a casi todos los españoles y a la mayoría de los catalanes, y ha demostrado que es absolutamente reacio tanto a imprimirle fuerza mayor al «capón» o a aceptar la celebración de un referéndum para que los catalanes digan «no» (ya se sabe, y Escocia es la prueba irrefutable, de que un «no» solo alienta la voracidad para volver a pedir un referéndum cuanto antes mejor).
No hay que menospreciar el impacto que han tenido esas leves, pero disuasorias, inhabilitaciones temporales entre el anterior Gobierno de la Generalitat, por más que ellos ya se hubieran inhabilitado a sí mismos con una torpeza política y de gestión enormes, pues lo primero que ha hecho Oriol Junqueras, «el elegido», es exigir que la nueva convocatoria de referéndum la firmen todos los componentes del actual gobierno, no vayan a sacarlo sólo a él del tablero (Puigdemont hace mucho que no es más que un peón ya comido y tirado a un lado del tablero). No es que haya mucho arrojo ni mucha dignidad en la exigencia de Junqueras, pero sí algo de la inteligencia política que va a necesitar Cataluña para salir de la cochiquera en la que lleva años metida por culpa de los delirios de tipos de segunda que se creen que juegan la Champions.
Sólo a indocumentados y a locos peligrosos se les puede ocurrir que llegan una mañana a su puesto de trabajo, el Parlament, declaran porque sí la República de Cataluña, y Europa, España y al menos la mitad de los catalanes los felicitan. ¿Y si probaran a trabajar en su puesto de trabajo?