Santi Rodríguez - Tribuna Abierta
Ellos, los divinos
Si Mas, Homs, Forcadell o Puigdemont se pasan las leyes por el forro, el problema es de las leyes que no dicen lo que ellos
Muchos autores que han analizado el fenómeno del populismo sociológico a lo largo del tiempo y de los continentes, concluyen que son cinco las características de los políticos y las políticas populistas -no interpretar como una feminización cursi-, que, aunque no siempre coinciden, sí tienen un elemento común: la victimización como justificación de que todo lo malo que ocurre es responsabilidad de otros, mientras que lo bueno, lo es a pesar de los otros, que son los malos.
Todo, absolutamente todo lo que pasa en Cataluña en los últimos años bajo la «siempre objetiva y neutra» visión soberanista, se rige por esta máxima: todo lo que pueda ser culpa de España, es culpa de España, y lo que no, debe parecerlo y, evidentemente, los nacionalistas, ahora «independentistas de toda la vida», no son más que las víctimas.
Si Mas, Homs, Forcadell o Puigdemont se pasan las leyes por el forro, el problema es de las leyes que no dicen lo que ellos, que son los divinos, quisieran; y si el Tribunal Constitucional no les da la razón, el problema no es suyo, sino del Constitucional que no les entiende, que no les quiere entender y, por lo tanto, tampoco puede ser democrático, pero además es ilegítimo, porque su presidente tiene ideología, pero sobre todo, porque no coincide con la suya, que es la única legítima.
Ellos, los divinos, saben que si tienen una opción de éxito, pasa por desprestigiar la democracia española, por desprestigiar las leyes democráticas, por hacer aparecer la democracia española como ilegítima; en estos objetivos no se diferencian de los radicales de la CUP cuya acción política pasa por menospreciar e infravalorar la convivencia pacífica, democrática y libre que ha caracterizado la España de los últimos 38 años; por eso se entienden bien unos y otros. A eso lleva dedicado el último año y buena parte de los anteriores, la mayoría independentista, populista, del Parlament de Cataluña, a eso se dedica en cuerpo, alma, y presupuesto el Govern de la Generalitat.
Los populismos son autocráticos, son enemigos de la democracia, por eso hay que combatirlos con todas las herramientas que la misma democracia y su estado de derecho pone al alcance de la sociedad, sí, de la sociedad, porque ni la democracia, ni los tribunales, ni los fiscales no son de los gobiernos, sino del conjunto de la sociedad, aunque a los divinos no les guste. Ahora bien, no se nos debe escapar que a los populistas, a los divinos, se les debe vencer, con razón, convicción y en las urnas en las próximas elecciones.
SantiRodríguez es portavoz adjunto del PPC en el Parlament