SPECTATOR IN BARCINO

Efeméride del Ecuestre

Este año se cumple el setenta aniversario de la reubicación del Círculo Ecuestre en su actual sede de Balmes/Diagonal

Fachada del Círculo Ecuestre INÉS BAUCELLS

SERGI DORIA

Este año se cumple el setenta aniversario de la reubicación del Círculo Ecuestre en su actual sede de Balmes/Diagonal. El 13 de septiembre de 1947, Ignacio Agustí, director del semanario Destino, se hacía eco en su artículo «Pecera en la ciudad» de la resurrección de esa entidad barcelonesa en el palacete modernista Pérez Samanillo tras una década de ostracismo. Anteriormente, el Ecuestre había tenido su sede en el paseo de Gracia -en el solar del actual Hotel Mandarín-; con la revolución del 36, el PSUC se incautó del edificio para convertirlo en el Casal Karl Marx y los falangistas la ocuparon en el 39...

En aquel artículo que iba a causar mucho revuelo, Agustí celebra que el Ecuestre vuelva a acoger a sus dueños legítimos -la burguesía barcelonesa- y reivindica a la sociedad civil secuestrada por lo que denomina una economía «social revolucionaria» -fácilmente atribuible a comunistas y falangistas- y el egoísmo de los nuevos ricos: «No olvidemos que en Barcelona, en una Barcelona de cincuenta mil familias, pudo, en el aspecto económico-social, ser fundado, reedificado y sostenido el Gran Teatro del Liceo durante cien años; mientras hoy cuatrocientas mil familias no pueden sostener, no ya el Liceo; ni siquiera un Hospital», afirma en una clara alusión a los «camisas nuevas» de los cupos, las licencias de importación y el estraperlo.

Aunque en aquella época se escribía entre líneas, los okupas azules de 1939 a 1947 entendieron el artículo de Agustí a la perfección. Al sentirse aludidos -no sabemos si por lo de social-revolucionarios- y ser inquilinos («gratis total») del Ecuestre de paseo de Gracia, cuando sus legítimos propietarios lo vendieron a un inmobiliaria y con el capital recaudado, pudieron adquirir el palacete de Pérez Samanillo y así instalarse a Balmes/Diagonal, emprendieron represalias contra Destino. Hacía cuatro años que el semanario se había emancipado de la tutela falangista para reconvertirse en una saneada empresa con una línea editorial que contrastaba con las consignas monocordes de la prensa sometida a las consignas del Movimiento.

Agustí hubo de dejar de escribir cuatro semanas y Destino fue multado con cien pesetas. Pero eso no era lo peor. El 18 de octubre, se ordenó una reducción del cupo de papel y la Dirección General de Prensa dispuso que la publicación pasase a ser quincenal mediante la reducción del cupo de papel. En una carta a Josep Vergés desde L’Escala, Josep Pla pone el grito en el cielo: «La quinzenalitat és un desastre. A base d’aquest règim el diari, d’ací a un any, s’haurà fos com una candela…».

Las semanas del 1, 15 y 29 de noviembre del 47, Destino no pudo comparecer en los kioscos. Recuperada la periodicidad semanal, y gracias a la mediación del escritor ampurdanés, el que fue alcalde de Barcelona, Miguel Mateu -conocido popularmente como «el dels ferros»-, propietario del castillo de Peralada, intercedió ante Franco para que la ofensiva falangista no culminara con el cese de Agustí y el desguace de un semanario que se había significado por su liberalismo y aliadofilia durante la Segunda Guerra Mundial.

La resurreción del Ecuestre en el 47 fue una victoria de la sociedad civil frente al encuadramiento falangista y constituye hoy un ejemplo - junto a los 170 años del Círculo del Liceo- de cómo preservar las entidades que dan prestigio a Barcelona de la colectivización nacionalista que sufre nuestra sociedad desde hace medio siglo: asociaciones de vecinos, federaciones y clubes deportivos, escuelas, gremios , sindicatos, organizaciones empresariales, medios de comunicación... Y decimos medio siglo, porque la estretegia de domesticación comenzó con la fundación de Òmnium Cultural para consolidarse con la anuencia de la izquierda en los años de oposición al franquismo. Lo que era una coyuntura excepcional -la recuperación de la lengua y la alianza en pro de la democracia dio paso a una hegemonía cultural y social que culmina hoy en el desafío del 1-O.

A nadie se le escapa en estos momentos que de tanto coquetear con los antisistema, los herederos del pujolismo han devenido en rehenes de los caprichos de esa CUP que propone expropiar la Catedral y reconvertirla en economato. No sería la primera vez -a causa de su timorato tacticismo y su secesionismo de salón- que la burguesía catalana acaba «okupada» por aquellos que niegan su orden social.

A ese dictado «social-revolucionario» lleva obedeciendo el gobierno de Puigdemont, en una de las estrategias más demenciales que ha vivido la política catalana desde que Companys cedió ante la CNT-FAI en el 36, mientras los catalanistas conservadores veían sus casas y fábricas colectivizadas.

Efeméride del Ecuestre

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