Miquel Porta Perales - El oasis catalán
Divorcios
Una cosa queda clara: el divorcio electoral entre Convergència y Esquerra por el temor a la lectura plebiscitaria de una candidatura de Junts pel Sí
Hasta hace una semana, la propuesta «supercreativa» que Francesc Homs anunció para acudir a las elecciones generales del 20-D consistía en un divorcio no querido de Junts pel Sí, con separación de bienes electorales y convivencia virtual -programa y acción compartidos- en la casa común de la insurgencia soberanista. ¿Qué ocurre hoy? Esquerra sigue sin querer una alianza electoral con Convergència y las dos fuerzas políticas, cada una por su cuenta, irán a la caza y captura de los electores. Pero, ¿qué sucede con la casa común de la insurgencia soberanista? Al parecer -si hacemos caso de Francesc Homs-, Convergència, que habría entendido que el independentismo no tiene fuerza «suficiente» para «imponer unilateralmente» sus posiciones, iría al Congreso para «dialogar, negociar y pactar» con el Estado. ¿Sobre qué dialogar, negociar y pactar? ¿Maniobra de distracción? ¿Estratagema para acumular fuerzas? ¿Manifestación de impotencia? ¿Forma de presionar a la CUP para que invista a Artur Mas? ¿Aproximación al PSC y Catalunya sí que es pot? ¿Vuelta atrás con la consiguiente reivindicación del «derecho a decidir»? ¿Qué pasa con la Resolución pro independencia de Cataluña aprobada en el Parlamento de Cataluña? ¿Convergència sigue o no creyendo en la fantasía del «Estado catalán independiente en forma de república»?
Una cosa queda clara: el divorcio electoral entre Convergència y Esquerra por el temor a la lectura plebiscitaria de una candidatura de Junts pel Sí. Además, Esquerra no quiere asociarse con una Convergència y un Artur Mas que -desgaste político y social, menguante poder de seducción, presuntos casos de corrupción- son algo así como una mochila llena de piedras. A ello, añadan el objetivo de Esquerra de sumar los votos de una CUP que no se presenta a las elecciones, así como el deseo de sobrepasar a una Convergència en fase acelerada de disolución. De ahí, el divorcio. Está por ver si veremos un nuevo divorcio: el de Convergència y el independentismo unilateralista.