Daniel Tercero - Dazibao

Iluminados, agresivos y cobardes

«Los que discrepan no son admitidos en la etnia, pues a ella solo se ingresa si los jefes de la tribu lo permiten»

Daniel Tercero

Cataluña no será independiente pero sí más pobre. La putrefacción moral y política llegó, probablemente para quedarse, gracias a unos responsables de la Generalitat que se creyeron que sus acciones (no solo sus palabras) no tendrían consecuencias, primero penales o jurídicas sobre ellos, y luego espirituales, éticas y culturales en la población. Estamos rodeados de iluminados, que se creen Jesucristo. Hijos del pujolismo, cuyo primogénito fue Pasqual Maragall (PSC) y el pequeño de la familia es el sucesor de Quim Torra (JpC). Deben de tener expuesto en el frontispicio del Palacio de la Generalitat, a modo del silbato para perros, solo para los ojos de los presidentes, el pasaje bíblico que recoge Lucas (4, 16-21) sobre la predicación en Nazaret: «Llegó a Nazaret, donde se había criado, y según su costumbre entró en la sinagoga el sábado y se levantó para leer. Entonces le entregaron el libro del profeta Isaías y, abriendo el libro, encontró el lugar donde estaba escrito: ‘‘El Espíritu del Señor está sobre mí, por lo cual me ha ungido para evangelizar a los pobres, me ha enviado para anunciar la redención a los cautivos y devolver la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos y para promulgar el año de gracia del Señor’’. Y enrollando el libro se lo devolvió al ministro y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él. Y comenzó a decirles: -Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír».

Y así estamos, deslumbrados por los iluminados. Algunos de estos en el Parlamento Europeo. Como Clara Ponsatí, quien cree que Adolf Hitler llevó a cabo su holocausto contra los judíos por inspiración y admiración españolas, basando así si gran operación de exterminio en la expulsión de los judíos de la España de los Reyes Católicos. A nivel local, tenemos a los miniPonsatís. Andan en Barcelona retirando la calle Reyes Católicos del distrito de Sarriá-San Gervasio (no vaya usted creer), supongo que por franquista, aunque ahí lleven las placas desde antes de 1927. Ya no respetan ni a Fernando II de Aragón. Aunque en este caso, lo esperado sería que las feministas se levantasen en armas y pidiesen compensaciones. Al fin y al cabo, aunque sea subsidiariamente, le quitan el nombre de una calle a una mujer, Isabel I de Castilla. O igual es por eso. Ya hicieron lo mismo con el colegio de Barcelona que iba a nombre del matrimonio y ahora se llama Els Llorers.

Están pendientes de cegarnos también en el Parlamento de Cataluña. Lo de Anna Erra, alcaldesa de Vic (Barcelona) y diputada autonómica de JpC, es lo habitual entre los hiperventilados, con gotas de racismo y xenofobia, pero como dice Salvador Sostres, no es lo normal. Creer que los catalanoparlantes de ocho apellidos carlistas tienen aspectos físicos diferentes a los del resto del mundo. Lo habitual. Racismo. O PNV. O Jordi Pujol, Quim Torra y Oriol Junqueras, que no hace falta irse a la Vizcaya de Sabino Arana, pues no habrá calle a los Reyes Católicos en Barcelona pero no hay quien quite la del racista bilbaíno.

Con estos moldes, los que discrepan no son admitidos en la etnia, pues a ella solo se ingresa si los jefes de la tribu lo permiten. No sirve solo con llamarse José Montilla, como bien sabe José Montilla, que hizo méritos de sobra. Pero sigue a las puertas del club. Es más una mafia italiana (la de la cabeza del caballo a los pies de la cama) que una «raza» ochocentista. Aunque solo sea por pudor al qué dirán. Así lo ve también la consejera de Cultura, Mariàngela Vilallonga, una defensora a ultranza de la «raza» catalana, tal y como lo dejó por escrito en 1986, lo recitó en 2010 y lo pregonó en 2019. Ahora dice -lo dijo en el Parlamento autonómico el jueves, un día después de la maravillosa intervención de Erra- que lo que escribió en el siglo XX es «arcaísmo» para el XXI. Es decir, defender la «raza» catalana como en 1986 no es que no sea correcto, ni inventado, ni basado en teorías supremacistas, sino que está pasado de moda. ¡Como si 1986 fuera 1930! Por eso ahora solo lo dice (en 2010 y 2019) pero no lo escribe en un libro. Habitual. No normal. Iluminados y cobardes. Y no por terceros.

La putrefacción llegó para quedarse. También en lo social y, por lo tanto, en la convivencia. Cada día cortan la avenida Meridiana (Barcelona), a las ocho de la noche, entre 25 y 200 personas desde mediados de octubre. Son independentistas radicales, que bajan del monte a la hora de la cena para escupir en la democracia, tal y como durante el día les han aleccionado desde los escaños. El Ayuntamiento y la Generalitat envían a la Guardia Urbana y los Mossos d’Esquadra para proteger a los manifestantes, que el sábado por la noche agredieron al director de e-Notícies, Xavier Rius. Está el vídeo con toda la secuencia en Youtube. Cero identificaciones, cero detenciones.

De tanto escupitajo, alguno se acabará ahogando en el orinal. Cataluña no será independiente pero será más pobre. Hay una parte de catalanes (nada desdeñable) que no solo no le importa sino que defiende que la región se convierta en Albania, en lugar de ser California. Fariseos de toda la vida. Los más estrictos de la secta. «Todo reino dividido contra sí mismo queda desolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no se sostendrá» (Mateo, 12, 25).

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación