El Cruïlla se estrena con 123 positivos y la fantasía de un festival como los de antes
La cita barcelonesa abrió ayer sus puertas con un despliegue milimetrado y un sistema de cribado que no registró colas
Cerca de 20.000 personas, todas juntas en un mismo recinto y reunidas frente a un escenario sobre el que actúa, pongamos, Rayden. He aquí lo que hace años, tampoco tantos, conocíamos como festival pero que la pandemia se ha encargado de borrar del mapa durante casi dos veranos seguidos. El casi, claro, es el Cruïlla, igual que lo fueron el fin de semana pasado el Vida y el Canet Rock.
Y ese 'casi' es también lo que mejor define lo que pasó ayer en la primera jornada del festival en el Forum de Barcelona, escenario que volvió a la vida tras una largo barbecho para acoger un festival casi como los de antes. Un festival casi normal en un momento francamente anormal, con los contagios de nuevo disparados y los vecinos de la zona recelosos ante un evento que se anuncia como el uno de los más masivos desde el inicio de la pandemia.
A diferencia de lo que ocurrió el fin de semana pasado, el Cruïlla echó a rodar sin apenas sobresaltos organizativos ni desajustes en el acceso al recinto. Todos los asistentes debían someterse a un test de antígenos antes de acceder al Forum, proceso que funcionó como un reloj: sin colas ni esperas, uno llegaba al CCIB, justo al lado del recinto donde se celebran los conciertos, y en pocos minutos había completado todo el recorrido . A saber: validación de la entrada, cambio por una pulsera, cribado en uno de los 200 boxes habilitados y vía libre si, transcurridos 15 minutos, el resultado del test era negativo. Si de algo se quejaron algunos asistentes fue precisamente de ese cuarto de hora de incertidumbre a las puertas de la meta, cosas veredes cuando de lo que se trataba era de reencontrarse a lo grande con la música en directo.
Al final, y según datos de la organización, el número de positivos detectados hasta las nueve de la noche, cuando de habían realizado 13.000 pruebas, fue de 123. Se esperaba que, al final de la jornada, pasaran por el Forum 18.000 personas. Por comparar, en Canet Rock se registraron 152 positivos entre los 22.300 asistentes.
El positivo más madrugador llegó pronto: a media mañana se anunciaba que Sergi Sales, conocido artísticamente Senyor Oca y primer músico programado en la jornada inaugural, había dado positivo en el test de antígenos y se caía del cartel. Nada grave. Ahí estaban Lágrimas de Sangre, Natos y Waor y Kase-O con su artillería hip hop para hacerle olvidar a la gente el régimen estricto de música enlatada y conciertos con el público sentado de los últimos meses. «Estamos muy contentos de ver este panorama», proclamaban solemnes Lágrimas de Sangre justo antes de recordar que, mensaje patrocinado por la organización, la mascarilla había que llevarla en su sitio. Una indicación que se cumplía más o menos a rajatabla dentro de las zonas perimetradas frente a los escenarios pero que se relajaba a medida que las distancias crecían y los grupos se dispersaban. Las sonrisas habían vuelto al Fòrum, aunque algunas quizá no hacía falta verlas. O no todavía.