La crisis golpea a la industria cinematográfica catalana
Sin rodajes y con los cines cerrados después de una breve reapertura, el coronavirus ya se ha cobrado víctimas como los Meliès
Son duros los tiempos que atraviesa el sector cinematográfico en Cataluña. La región, que supo ser escenario de grandes producciones destinadas a la pantalla grande, hoy ve fuertemente afectada su actividad debido a la pandemia mundial. Solamente año pasado, la ciudad de Barcelona fue la escogida para la realización de más de 2.735 filmaciones -de acuerdo a datos de la Barcelona Film Commission (BFC) -, mientras que en 2018 la Ciudad alcanzó a superar las 3.000 grabaciones audiovisuales.
Sin embargo, en lo que va de este año, se hace sentir fuertemente la crisis del rubro, que ya ha perdido casi toda la primavera. Sobre todo, si se tiene en cuenta que no se vislumbra un mejor escenario para lo que resta del verano, ni del año.
Entre las locaciones más utilizadas tradicionalmente por las distintas producciones cinematográficas se encuentran en primer lugar Ciutat Vella, Sant Martí, el Eixample y el el imponente Montjüic. Otros de los escenarios frecuentes para los rodajes son la Boquería, el mercado de Sant Antoni y la lpaya de Sant Sebastián.
Pese a que el verano parecería, a primera vista, el momento indicado para realizar una película en Barcelona, las condiciones sanitarias han complejizado y puesto patas para arriba las posibilidades de rodar este año. Es por ello que algunas de las principales asociaciones del sector, como es el caso de la Agrupación de Asociaciones del Audiovisual (AAA), han elaborado un protocolo específico para las filmaciones en tiempo de coronavirus. Los castings realizados de manera virtual y la aplicación de tests antes de firmar contratos en el sector son algunas de las medidas que figuran en este texto. Entre las recomendaciones figura también la toma de la temperatura de manera periódica a los trabajadores.
No solamente la etapa de rodaje se ve afectada por estos días. También última fase de la cadena, la de la exhibición de las películas en los cines, atraviesa un período más que difícil. Un claro ejemplo de los efectos de la crisis en el sector se dio a conocer hace poco más de una semana, cuando se confirmó la triste noticia del cierre de los tradicionales cines Méliès de la calle de Villarroel, tras 24 años en funcionamiento.
La noticia, que dejó en shock a gran parte del ambiente cinematográfico, no es más que un signo de los tiempos que corren. Con el anuncio el pasado viernes 18 de julio de que las salas y las actividades deportivas en 14 ciudades de distintos municipios catalanes volverían a cerrarse debido a la pandemia , el sector que apostaba a un repunte de la actividad -mediante la apertura con la implementación de medidas sanitarias-, regresa nuevamente a un panorama oscuro.
Cultura en pie de guerra
La situación que atraviesa el séptimo arte en esos momentos es solo una punta del iceberg que ha golpeado duramente a todo el sector cultural. De hecho, así pudo verse el pasado lunes cuando numerosos representantes de las artes escénicas se manifestaron frente al Teatre Grec en Montjüic para protestar contra las recientes medidas que afectarán al ya hundido rubro del arte. Unos días antes, se había confirmado la cancelación de la edición 2020 del cine al aire libre de la Sala Montjüic, todo un clásico del verano barcelonés.
Pero no solamente en los espacios públicos se dan las manifestaciones. En las redes sociales, la voz de los artistas también se ha hecho oír con claridad a través del hashtag #laculturaessegura , defendiendo la permanencia de las actividades de ocio. Entre las asociaciones más disgustadas por las novedades anunciadas por las autoridades se encuentra el Gremio de Cines de Catalunya, que muestra una seria preocupación por las dificultades de muchos jugadores del sector para mantenerse en pie.
Una de las principales críticas a la nueva medida reside en que los espacios culturales aseguran haber hecho un esfuerzo al adaptarse al nuevo escenario con disposiciones como el uso de mascarillas, los aforos de hasta un 30%, y la desinfección de sus espacios de trabajo, pero han sido obligados a cerrar mientras que otros lugares donde se generan aglomeraciones, como las playas, continúan abiertos.