José García Domínguez - Punto de Fuga
El crepúsculo de los talibanes
La confluencia de Podemos, ingeniada por un grupo de diletantes oriundos de la capital de la metrópoli que oprime a nuestros pobres nacionalistas domésticos, ya sería la tercera fuerza electoral en Cataluña
Decía Mark Twain que la historia no se repite, pero rima. Cuando, en la Cataluña de la República, los aprendices de brujo de la Esquerra abrieron la caja de Pandora de la revolución lo que llegó después fue la FAI presta a fusilarlos. Y ahora, cuando menos lo esperaban, se les ha vuelto a aparecer el espectro de Durruti en las encuestas del CEO. Aunque un Durruti posmoderno y algo cursi, eso sí. La confluencia de Podemos, marca ingeniada por un grupo de diletantes oriundos de la capital de la metrópoli que oprime a nuestros pobres nacionalistas domésticos, ya sería la tercera fuerza electoral en Cataluña a decir de la última cata demoscópica promovida por asalariados de la propia Generalitat. Esa criatura alienígena parece llamada a convertirse en el octavo pasajero en el viaje a Ítaca de nuestros airados niños bien de Convergència, los talibanes amamantados durante un cuarto de siglo a la sombra paternal del pujolismo. Algo tras lo que late la definitiva incapacidad del independentismo para reunir una mayoría social susceptible de legitimar ante la comunidad internacional la ruptura insurgente con España. Esa mayoría quimérica que no existe, como estas horas comienza a resultar evidente. Extravagancias propagandísticas como la de la dirección de ERC colocando en el escaparate de la tienda al muy pintoresco Gabriel Rufián solo se entienden reparando en esa frustrante impotencia.
Y en esto llegó Colau con su nuevo partido, una fuerza embrionaria que ansiaría aglutinar al grueso de la izquierda catalana bajo un mismo paraguas electoral, el llamado a romper la hegemonía de Junts el Sí. Y eso quiere decir ICV más Podemos más media CUP más media Esquerra más medio PSC. Dicen que la idea de Colau sería reproducir el modelo, tan eficaz en los viejos buenos tiempos, del hoy moribundo PSC: una alianza estratégica de la izquierda española (antes el PSOE, ahora Podemos) con sus pares locales, desde el bien entendido de que, esta vez, la sala de mandos residiría en Barcelona. ¿Les suena la rima?