Ángel González Abad - Los martes, toros

Correbous sí, correbous no

A nadie parece importarle ni siquiera la ley de la Generalitat que defiende estos festejos

Que los toros en Cataluña han sido utilizados como una moneda de cambio político se confirmó el mismo día de julio de hace ahora seis años en que el Parlament prohibió las corridas de toros en todo el territorio catalán a la vez que blindaba los festejos de correbous. Aquella maniobra obedecía a un mapa político casi inalterable desde los años ochenta. Los convergentes del ex molt honorable Jordi Pujol, comenzaron entonces una batalla contra la Fiesta sin prisa, pero sin pausa, que culminó con la llegada de Esquerra al poder formando parte del tripartito presidido por el socialista José Montilla.

La abolición de las corridas de toros tuvo la contrapartida -política, únicamente política- de salvar los festejos populares con un gran arraigo en el Delta de Ebro, vívero de votos nacionalistas.

Así quedaron las cosas hasta que el mapa cambió de colores con la aparición en los gobiernos municipales de formaciones radicales, que hicieron de los toros bandera para su libertad y llegaron las declaraciones de pueblos y villas libres de toros. El gran logro de la democracia. Unos pocos votos que agarraban por salva sea la parte hasta lograr una mayoría municipal, lejana a la social y a la legalidad vigente. Pero eso daba igual...

En Olot, una especie de referéndum por internet va a permitir que apenas tres mil de los más de treinta mil habitantes acaben con el toro en la calle para sus fiestas, una tradición de más de trescientos años. A nadie parece importarle ni siquiera la ley de la Generalitat que defiende estos festejos, especialmente a su alcalde convergente, uno de los agarrados por salva sea la parte.

Sin embargo, a veces llega la cordura y el sentido común. En otro municipio gerundense, Torroellla de Mongrí, su alcalde, también convergente, ha hecho oídos sordos a aquello que sus propios concejales, agarrados por... (ya saben), aprobaron: «Ciudad libre de correbous», y va a autorizar la fiesta que todos los años da alegría al pueblo. La ley catalana está por encima de un acuerdo municipal.

A ver cuando alguien implora con la misma resolución una ley nacional, por ejemplo la que declara a la Tauromaquia Bien de Interés Cultural.

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