Coronavirus
Las residencias, impotentes ante el avance del virus
Municipios como Barcelona o Igualada reclaman un plan de contingencia específico
Aunque algunos expertos, como el propio Oriol Mitjà , eran ayer mínimamente optimistas con la progresión del contagio del coronavirus en Cataluña , su incidencia en las residencias no deja de crecer. Las cifras, que la Consejería de Trabajo, Asuntos Sociales y Familias suele detallar cada tres días, siguen duplicándose a cada actualización: en el último comunicado, de anteayer a última hora del día, eran 487 los usuarios afectados, 177 más que hace tres días. Y 383 más que el 20 de marzo, cuando la Generalitat desglosó por primera vez sus casos. El grito de alarma de sus responsables y las familias afectadas cada vez es más alto.
Cifras en mano, los infectados suponen el 0,76 % sobre los 64.093 ancianos que duermen en camas residenciales -públicas y privadas-. También son «pocos», si es que se puede decir así, en comparación al número total de infectados (18.773, según el último balance). Sin embargo, la dramática expansión que tiene el virus en estos centros, y en un colectivo especialmente frágil y que estos días ha quedado aislado de sus allegados, están haciendo saltar todas las alarmas.
El virus, además, se ha adentrado ya en 119 de los geriátricos catalanes, una cifra que también va al alza. Conocidos, por desgracia, han sido los casos de la residencia de Capellades (con 18 fallecidos) y otras dos de Olesa de Montserrat (con 18 muertes), que la Fiscalía está investigando. Se sabe del impacto también en un centro del barrio d e San Andrés de Barcelona , que ha perdido a 20 inquilinos aunque se desconoce cuáles de ellos a causa del Covid-19. A resultas de la problemática, y a falta de medidas unitarias por parte de la Generalitat, varios centros han pedido ayuda, por su cuenta, al Ejército o a los Bomberos de Barcelona para desinfectar instalaciones.
Sin concretar cifras
La consejera de Sanidad, Alba Vergés , esquivó ayer en su comparecencia diaria concretar cuántos de los 487 infectados han derivado en fallecimientos, trasladando la responsabilidad a Asuntos Sociales. Éstos en sus comunicados periódicos, se limitan a remarcar que los residentes enfermos están «aislados, están siendo tratados y su atención sigue los protocolos marcados por Salud». El gobierno catalán incidió básicamente en la necesidad de efectuar tests rápidos al colectivo, aunque sin especificar cuántos tests se habían hecho y cuántos de los 25.000 recibidos recientemente irían para ellos.
Sus argumentos, con todo, no están gustando a los afectados, empezando por algunos ayuntamientos que ven con impotencia como crecen los casos en sus municipios. «Hace falta más y mejor intervención y de manera inmediata», defendió recientemente la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau , tras lamentar que los geriátricos locales ya acumulaban una sesentena de defunciones por el Covid-19. Su gobierno exigió el viernes a la Generalitat un plan de actuación urgente para estos centros para reforzar sus recursos humanos y materiales y ayer reiteró la demanda, tras constatar que en 150 de las aproximadamente 260 residencias de la ciudad hay positivos.
Además, en Igualada (Barcelona) , donde el virus sigue expandiéndose, su alcalde, Marc Castells, hizo ayer una queja pública. «El 21 de marzo mandamos una carta al departamento de Salud pidiendo un plan de contingencia para las cinco residencias de la Cuenca de Ódena, porque falta material y necesitamos que sus empleados puedan trabajar con la máxima seguridad». En su lista de peticiones hay mascarillas, gafas, guantes y, sobre todo, batas, pero por ahora no han recibido respuesta, al menos de la carta.
El papel de los CAP
En este complejo escenario, los expertos del sector exigen, además de material y personal, reordenar los recursos existentes y recuerdan, ante todo, que sus centros funcionan como hogares y no hospitales. El doctor Josep Maria Via , presidente de la y exdirectivo del Instituto Catalán de la Salud y del Servicio Catalán de la Salud, expone a ABC que los profesionales de los centros de atención primaria próximos podrían ser clave para seguir a los residentes. «Hay que protegerlos como sea: ellos tienen que quedarse en la residencia y se tienen que dotar a sus profesionales de más manos, equipos de protección, oxígeno o fármacos para los cuidados paliativos», defiende.
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