Miquel Porta Perales - El oasis catalán

Convergència

Convergència Democràtica de Catalunya -víctima del «proceso» que impulsa- se dispone a ser no se sabe qué. ¿Renovación? ¿Refundación ¿Resurrección?

Convergència Democràtica de Catalunya -víctima del «proceso» que impulsa- se dispone a ser no se sabe qué. ¿Redefinición? ¿Reformulación? ¿Renovación ¿Refundación? ¿Resurrección? Lo único que sabemos -dicen los promotores del cambio- es que Convergència será algo nuevo. ¿Qué implicaría eso? En primer lugar, quitarse de encima la sombra de Jordi Pujol. Pero, ¿qué hacer con Artur Mas, el heredero político de Jordi Pujol? Convergència, ¿se atreverá a prescindir -ni Presidente de Honor, ni Arzallus catalán, ni nada- de Artur Mas? ¿Se conformará Artur Mas con la jubilación forzosa o el despido laboral? Un partido de nuevo cuño implica cambiar -acepten la redundancia- el cuño. Esto es, el troquel, la impresión o señal que deja el sello. Eso solamente es posible con nuevo discurso, nuevas ideas, nuevo lenguaje, nuevo programa y nuevo liderazgo.

Pregunta: ¿hay alguien en la vieja Convergència que reúna e impulse el nuevo sello? Probablemente sí exista algún emboscado que hasta ahora no se ha atrevido a decir esta boca es mía. Cosa que demostraría que la llamada espiral del silencio -callar para no significarse a la contra por las consecuencias que ello comportaría- también existe en el seno del nacionalismo o del catalanismo. En cualquier caso, ¿lo viejo aceptaría lo nuevo? Por cierto, ¿pertenece Carles Puigdemont a lo viejo o a lo nuevo? La nueva Convergència, ¿apostaría por la vía de la lealtad institucional? Si no es así, ¿de qué cambio están hablando? ¿Dónde está lo nuevo? Una pregunta: ¿la reunión con Otegui pertenece a lo viejo o lo nuevo? ¿Así se construye la nueva Convergència?

No se engañen. El «cambio» de CDC obedece a la necesidad de librarse del legado de Jordi Pujol y del talante de Artur Mas. A la necesidad de recuperar los simpatizantes y votantes centristas perdidos -en una u otra dirección- por obra y gracia del «proceso». A la necesidad de diseñar una alternativa frente a una izquierda que coquetea con la unidad de acción. Demasiado para Convergència.

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