Oti Rodríguez Marchante - BARCELONA, AL DÍA
Conjugar el verbo odiar en las escuelas
Mañana se cierran los colegios por vacaciones, y no deberían sentirse muchos catalanes y españoles más seguros por ello
Uno de los placeres del día, de los que producen mayor relajo y sensación de seguridad para unos padres, es cuando dejan por la mañana a sus hijos en el colegio, que aparece a sus ojos con el mismo halo protector con el que aparecía Gandalf en “El Señor de los Anillos”. No es fácil tener con los propios hijos esa percepción de responsabilidad compartida, pero el colegio, con todo merecimiento, consigue espantar durante unas horas parte del peso, del compromiso, de la educación, compañía y vigilia que conlleva la paternidad. Nada indeseable ha de ocurrir a nuestros hijos durante esas horas en las que el portador del anillo se lo deja en préstamo al garante Gandalf… Y resulta repugnante, o al menos mosqueante, comprobar (ver en un vídeo urgentemente retirado de Youtube) cómo en un colegio de Cambrils, Tarragona, en el que se ve a unos niños que, guiados por el maestro, pronuncian frases como “hemos de matar a estos españoles”, a propósito de una representación de la revuelta de los Segadores en 1640. Este hecho birrioso y vergonzante puede verse de varios modos. Como una anécdota, que es como lo ve la consejera de Educación de la Generalitat, Meritxell Ruiz, que lo minimiza porque ocurrió hace dos años y porque “la historia es la que es”, algo que ni Tucídides, ni Tito Livio, ni Theodor Mommsen, ni Edward Gibbon, ni ninguno de los grandes historiadores se hubiera atrevido a sentenciar con la seguridad que Meritxell, o ese pobre maestro, grandes analistas de la Historia y conocedores de lo que de ella conviene transmitir como verdad absoluta. También puede verse, no como anécdota, sino como categoría, que es como se lo reprochó el portavoz de Ciudadanos, Carlos Carrizosa, que aprecia en este hecho (y en muchos otros y en multitud de colegios) una voluntad de adoctrinar a la infancia en el odio a lo español.
No hay que ser un lince para comprender el propósito de ese maestro al transmitir “la verdad histórica” con esos matices a sus alumnos, ni tampoco para comprobar lo que el picoteo continuo de adoctrinamiento consigue en la infancia y la juventud desde hace décadas. Y eso sí que es materia para una negociación seria, justa y lo más alejada posible del odio, la doctrina y la secta. Mañana se cierran los colegios por vacaciones, y no deberían sentirse muchos catalanes y españoles más seguros por ello.