Cuando el gimnasio es salud

Mucho más que unos bailoteos de zumba o un espacio en el que prepararse para la «Operación bikini» . Cataluña cumple este jueves tres semanas con los centros deportivos, excepto los de alto rendimiento y con competiciones estatales o internacionales, cerrados, una medida que la Generalitat defendió por el crecimiento alarmante de la segunda oleada del Covid. A la espera de próximamente se suavicen las medidas, el cierre de estas instalaciones está dejando secuelas a aquellos usuarios que los necesitan por motivos de salud.

«Hace nueve años tuve un accidente y se me partió la espalda. Me quedó afectado todo el sistema nervioso y muscular , no podía ni andar y con mucha rehabilitación lo superé. Me dijeron que o me habituaba a hacer deporte o acabaría en silla de ruedas», relata Marta Trèmols a ABC, una barcelonesa de 31 años para quien la tarde entre estiramientos y máquinas de tonificación es parte de su día a día. «Iba a mi gimnasio de lunes a viernes y ahora he comprado material y trabajo en casa, aunque no tiene nada que ver. Me monto el ambiente pero faltan máquinas y monitores», lamenta.

Los afectados por los cierres inciden, especialmente, en lo que supone cortar de cuajo la rutina de gimnasio y también en los riesgos de no contar con especialistas que guíen las actividades. Lamentan, además, que demasiado a menudo los centros deportivos se ven como espacios de ocio o clubes sociales, antes que espacios de promoción de la salud.

Para Guillem Sala los gimnasios han conseguido ser espacios en los que ganar salud física y también mental . «A mi el yoga me salvó la vida. Venía de cinco años de depresión por acoso escolar y había buscado sin éxito la ayuda de psicólogos, psiquiatras y medicación fuerte. Esta práctica me ha enseñado a amarme a mi mismo y a alejarme de todo lo que me duele, además de ayudarme en la sociabilización», explica a este periódico. A sus 22 años, este joven de Barcelona que ahora se dedica profesionalmente a impartir esta disciplina, también lamenta que practicar actividad física en casa o al aire libre no es lo mismo. «En un pasillo de 4 o 5 metros y sin gente, es fácil perder la motivación», señala.

«Los cierres afectan a la adherencia . Una persona acostumbrada a hacer ejercicio en el gimnasio no tiene porque acostumbrarse a hacerlo en casa. Es fácil que se rompan rutinas, que baje la calidad física y que puedan darse problemas de salud», expone Sergi Carrelero, un osteopata de Barcelona acostumbrado a ver en su camilla lesiones y rehabilitaciones. Además, Sergi recuerda que «el músculo ayuda a tener un sistema inmune fuerte y también previene la capacidad de infección. Puede ser un aliado contra el Covid».

La Generalitat, mientras, presentó esta semana un decreto ley para compensar al sector con 25 millones , algo insuficiente para los empresarios que lideran los centros deportivos. Ellos ven insisten en su valor sanitario. «Miles de personas están inscritas por prescripción médica, ya sea por tensión alta, problemas de articulaciones o insulina», reitera Ramon Canela, director general del grupo Dir. Desde esta cadena de gimnasios, que tiene ahora a 800 empleados en ERTE, recuerdan que según datos recientes de Sanidad, los brotes en gimnasios suponen el 0,28% en España.

La cadena, como tantas otras del sector, había adaptado sus instalaciones a las máximas medidas sanitarias y ahora se ha visto obligada a reformular su servicio con una plataforma online para seguir al lado de los clientes, mientras confía en que la justicia -antes que la administración autonómica- les permita reabrir. Dir, por ejemplo, espera respuesta del TSJC para poder abrir cautelarmente.