Joan Corbera - Tribuna abierta

El comité de empresa robótico

En Asia proliferan las «fábricas oscuras», sin iluminación porque los únicos trabajadores son máquinas

Isaac Asimov, padre de la robótica, escribió en 1979 el relato «El hombre bicentenario», adaptado luego en una película con Robin Williams de protagonista. Narra la historia del robot Andrew, que sueña con ser hombre. Es el típico cuento que te conmueve cuando lo lees de chaval. Es una sensación que, con los años, había olvidado. Hasta ahora.

Leo que una aseguradora japonesa ha sustituido al 26% de su plantilla por robots, con lo que ha aumentado la productividad en un 30% y ha ahorrado un millón de euros al año en nóminas.

En Gran Bretaña, la Oficina Antifraude ha echado mano de un robot para perseguir un caso de corrupción en Rolls Royce. Es un ente artificial que ha analizado 30 millones de documentos, a razón de 600.000 al día. «Es más eficaz, más eficiente y más preciso que la intervención humana», ha indicado la Oficina. El fenómeno se ha bautizado como Lawtech.

Este ejemplo no es el único. La multinacional Adidas ha anunciado su intención de crear fábricas en las que sólo trabajen robots, mientras que en algunos países de Asia son frecuentes las 'fábricas oscuras', que ni siquiera tienen iluminación porque los únicos trabajadores son máquinas.

El avance imparable de la robótica genera dudas acerca del futuro de muchas profesiones y no necesariamente las relacionadas con las actividades manuales. Impera el ahorro de costes y para algunos el ser humano se ve abocado a ser robot. Lo contrario que el Andrew bicentenario.

El sector de la robótica se esfuerza en dibujar un escenario amable: los robots serán una herramienta más que convivirá con los humanos en el trabajo, algo parecido a la Revolución Industrial cuando las máquinas sustituyeron algunos empleos, pero también permitieron crear nuevas empresas.

Los robots tienen una ventaja: producen bien, son infatigables y trabajan sin rechistar. No me imagino un comité de empresa robótico. Los humanoides, ajenos a cualquier sentimiento y dolor, tampoco cogen bajas ni piden tiempo libre para llevar el niño al médico. Tampoco les afectan las cláusulas suelo.

Las tres leyes de la robótica de Asimov con los años dieron lugar a una sola. Se la denominó Ley Cero de la Robótica. Su encabezamiento reza así: "Un robot no puede causar daño a la humanidad o que la humanidad sufra daño". Ejem.

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