Ángel González Abad - Los martes, toros
Colau, Morante y la libertad de expresión
Aquí la libertad de expresión solo vale para quienes protestan con pitidos contra las instituciones
Lo que va de ayer a hoy, o simplemente del pasado mes de octubre a la víspera de la final de la Copa del Rey de fútbol entre el Barça y el Sevilla. En medio de toda la polémica por las esteladas en el campo y las protestas al himno de España, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, quiso contemporizar y declaró, muy convencida ella: «No nos tiene que molestar que se nos pite a las instituciones ni a los himnos, hay que preguntarse por qué la gente está silbando. En democracia hay libertad de expresión, y desde el respeto y las acciones pacíficas hay que dar libertad de expresión».
Pues demos un salto atrás en el tiempo, y nos vamos a la víspera de los días del Pilar del año pasado, cuando la misma Ada Colau prohibió la instalación de un mural gigante con la fotografía del diestro Morante de la Puebla con el torso pintado con motivos dalinianos. Se trataba de anunciar la participación del torero en la Feria taurina de Zaragoza. Morante estaba dispuesto a pagar 50.000 euros por el alquiler del espacio, una fachada del paseo de Colón, además de 12.000 euros de tasas municipales.
Allí no hubo libertad de expresión ni respeto a las acciones pacíficas, que valiera. Colau se negó, censuró la creación del fotógrafo sin posibilidad de recurso.
Y en esas estamos, aquí la libertad de expresión solo vale para quienes protestan con pitidos contra las instituciones. Según qué instituciones, claro. Que aquí en cuanto algo no es del agrado de Colau y los suyos, es directamente prohibido. Sin más, para qué entrar en debates. El camino más recto es la censura, que por algo es la alcaldesa. A Morante de poco le sirvió entonces apelar a la libertad de expresión y a la libertad de creación. Tomar en consideración aquellas apelaciones hubiera sido un acto democrático, ¡horror!