Ángel Hernández Guardia - Tribuna Abierta

Colau: una decisión indigna y deplorable

Los pretendidos partidarios de la que llaman «participación directa» recurren al conocido sistema de que decidan los «soviets» de la casta

El pasado sábado en este mismo periódico, Don Marcelino Oreja utilizaba este mismo titular para referirse a la decisión del ayuntamiento de San Roque de retirar la medalla de la ciudad al ex ministro de Asuntos Exteriores de España señor Castiella y el nombre de una de sus avenidas.

Se quejaba de que cuarenta años después de su concesión esa retirada de honores, «es un acto de indignidad que confío sepan reparar, renunciando a un acuerdo fruto de la ignorancia o de un incomprensible rencor».

Estando de acuerdo con sus apreciaciones, considero que adolecen de una dosis de resignación y de falta de nervio democrático, por cuanto la decisión de ese ayuntamiento, no es aislada y viene acompañada por otras muchas, en lo que es un sistemático ataque a la memoria y a la dignidad del régimen democrático y una provocación y falta de respeto hacia quienes lo defendemos como institución y a quienes lo representan con sus símbolos, banderas y normas.

Me refiero claramente a la indigna y deplorable decisión del ayuntamiento de Barcelona, para retirar el nombre y la dedicatoria a la plaza Don Juan Carlos I de esta ciudad. Los argumentos utilizados, resultan ignorantes e irrespetuosos para con el pueblo y la Constitución que en uso de su soberanía se auto concedió, resultan ofensivos e insultantes para los demócratas y en consecuencia se deben responder con la adecuada respuesta cívica.

La CE dice en su art. 1.3 que «la forma política del estado español es la monarquía parlamentaria» y retirar honores al anterior Jefe del Estado como se intenta desde el ayuntamiento de Barcelona, solo remarca su intención de no respetar las normas democráticas por las que se rige el pueblo español, lo que obliga a quienes somos defensores de la democracia constitucional, a movilizar a la sociedad en su apoyo.

Los pretendidos partidarios de la que llaman “participación directa” en los casos en que consideran que no les favorecerá, recurren al conocido sistema de que decidan los “soviets” de la casta. Por eso me parece acertada la iniciativa de varias asociaciones y movimientos cívicos, de negar pública y manifiestamente al ayuntamiento la posibilidad de dicho cambio, convocando una asamblea ciudadana en dicha plaza para que sean sus participantes quienes rechacen el acuerdo municipal.

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