Sergi Doria - Spectator in Barcino
Chomsky en el país de la ratafía
La Cataluña amarilla celebra así sus derrotas: 1714 y, ahora, el Procés
En un spot en blanco y negro -colores de la cosmovisión de Òmnium Cultural- el millonario Guardiola y otros rostros de la Internacional Buenista claman por los «nueve catalanes en prisión». Entre los que reclaman «justicia y libertad», el nonagenario Noam Chomsky. Vaca sagrada de la Lingüística, nos amargó la juventud con su «gramática generativa», asunto del que Tom Wolfe se chotea a gusto en su obra póstuma El reino del lenguaje (Anagrama).
Chomsky hablaba de un «órgano del lenguaje» o «recursividad» del que emana una gramática común a todas las lenguas. El invento le funcionó hasta que un antropólogo, Daniel Everett, lo dinamitó al descubrir a la tribu amazónica de los piraha. Como informó The Independent en su día, la lengua piraha carecía de la famosa «recursividad» y del «órgano del lenguaje». Así lo explica Wolfe, mientras se le escapa la risa y las onomatopeyas: «Everett decía a los académicos que habían desperdiciado medio siglo suscribiendo la doctrina chomskiana de la Gramática Universal…».
La religión lingüística recibía el anatema de alguien que, en lugar de elucubrar sin mover el trasero del confortable despacho con suculenta nómina académica, se tomó la vieja molestia del trabajo de campo. Aunque Chomsky y otros mandarines pretendieron ignorar al amazónico Everett, no les quedó más remedio que anunciar a sus creyentes que después de cuarenta años de su Revelación seguían sin saber qué es el lenguaje. Si Chomsky ya tiene bastante con no saber qué es el lenguaje ¿por qué nos habla de una Cataluña que todavía conoce menos?
Similar tratamiento merece Ángela Davis, medalla del Centenario del Natalicio de Lenin, Orden Nacional Playa Girón de Cuba (ambas en 1972) y Premio Lenin de la Paz (1979). Con su encanecida cabellera afro, la comunista que acabó en camiseta de Prada afirma en el spot que «la disidencia hace que las sociedades sean más humanas y no debería ser perseguida políticamente»: seguro que también se lo dijo a Honecker cuando le estrechó la mano con sonrisa radiante en la RDA de la Stasi.
No es la primera vez que Davis imparte homilías: en octubre de 2017 proclamó en el CCCB el derecho de Cataluña a la autodeterminación, aunque no «entendía todos los matices de lo que está pasando» ni conocía «la complejidad de la situación». Lo complejo asusta a los populistas, pero no impidió la activista firmar el manifiesto «Dejen votar a los catalanes» y animarlos a «resistir ante la represión».
El cómico secesionista Joan Lluís Bozzo propone que el 1-O sustituya a la Diada. La Cataluña amarilla celebra así sus derrotas: 1714 y, ahora, el Procés. En tiempos franquistas, el Primero de Octubre festejaba la «exaltación del Generalísimo a la Jefatura del Estado» y en el país de la ratafía rige el caudillaje bicéfalo. Un President en Barcelona-Joaquim Torra i Pla, profeta del viscoso licor- y otro en Waterloo -Carles Puigdemont i Casamajor- con su personalísimo «Consejo de la República». Como la república de ambos no es d’eixe món, el parlamento estará chapado hasta el 1 de octubre: la mayoría independentista -Junts per Catalunya y Esquerra Republicana- anda a la greña repartiéndose cargos y la dirección del agitprop en TV3. Torra se sube el sueldo -146.925 euros, el doble que el jefe de gobierno español- y contrata a un centenar largo de asesores: ahora toca -como diría Pujol- colocar a los adictos al Régimen.
En capítulos anteriores, Puigdemont proclamaba la República y se iba de tapeo a Gerona, donde fue alcalde de carambola. También era presidente por accidente. Cuando la CUP envió a Mas, número 4 de Junts pel Sí, -luego Junts per Catalunya y Crida Nacional per la República- a la «papelera de la Historia», le pusieron ahí.
Cuando Puigdemont se dio el piro con parte del gobierno -no era cobardía, sino «internacionalización del conflicto»- complicó la situación procesal de quienes permanecieron en suelo catalán: si existe riesgo de fuga -además de Puigdemont se largó la cupera Anna Gabriel y la emotiva republicana Marta Rovira- la prisión preventiva se prorroga hasta el día del juicio.
Aunque unos decían que Cataluña era ya República y otros que lo de la República era un farol, lo cierto es que a los políticos presos les aguarda un proceso por rebelión y malversación de caudales públicos. Los escamots -ANC, CDR- han copado calles, playas, edificios públicos y fondos marinos con lazos de plástico y cruces: España es Turquía y «las calles siempre serán nuestras», corean enfebrecidos. Llevarles la contraria supone ser tachado de fascista. Acompañado del narcisista Valtonyc, Puigdemont rapea desde su mansión belga -cuatro mil euros de alquiler- que España es una dictadura con disidentes encarcelados.
Si Chomsky reconoció que sus teorías no explicaban el lenguaje, ¿quién ratificará a los independentistas que su república es una gran mentira? Nunca un «traidor» haría tanto por su país.