Charlas de filosofía como bálsamo para la angustia

El filósofo Antonio Fornés emprende este lunes su tercer ciclo de charlas en la Casa del Libro de paseo de Gracia

Un momento de la conferencia ABC

Joan Carles Valero

Entre los anaqueles de la sección de Ocio y Bienestar, la Casa del Libro de Barcelona (paseo de Gracia, 62) acoge, hoy a las siete de la tarde, el inicio del tercer ciclo de charlas mensuales sobre filosofía a cargo del doctor en filosofía y escritor Antonio Fornés . La idea central de estas tres charlas, coorganizadas por Editorial Diëresis, es la angustia como uno de los fenómenos que marcan, sin duda, la contemporaneidad occidental.

Si la pirámide de Maslow de la jerarquía de las necesidades humanas sitúa en la cúspide la autorrealización, una vez superados los peldaños de las necesidades fisiológicas, de seguridad, de afiliación o afectos y de reconocimiento; en esta época de bienestar económico en la que vive la mayoría de la población en Occidente, Fornés sostiene que «el hombre ha desterrado la mayoría de sus miedos concretos, específicos» y los sustituye «por un sentimiento más profundo y en cierto sentido mucho más devastador: la angustia».

Pese a la insistencia de la modernidad de ser feliz, el filósofo avanza que «lo propio del hombre no es el sosiego, ni la tranquilidad. Lo propio del ser humano es sentirse inquieto, porque siente que no encaja en la mecánica del mundo porque está siempre en los límites del mundo material y del espiritual; y es eso lo que precisamente nos diferencia del animal: no podemos vivir sin más, no podemos conformarnos con ser un eslabón más en la cadena de la vida». Hasta el punto de que cualquier intento de ir contra esa evidencia «nos deshumaniza». Y cita a Stuart Mill , que zanjó la cuestión con su célebre: «Es mejor ser un hombre insatisfecho que un cerdo satisfecho, es mejor ser Sócrates insatisfecho que un loco satisfecho».

Tras dos series con seis encuentros en la Casa del Libro dedicados a la filosofía medieval, el pensamiento de Al-Andalus , la poesía como forma lúcida de filosofía, la Revolución Francesa, los pensadores catalanes de la Edad Media y un debate entre Antonio Fornés y el también escritor Jesús Vila para ilustrar con racionalidad la eterna pregunta sobre la existencia de Dios; Antonio Fornés aborda, este lunes, un nuevo ciclo de tres charlas tituladas: «La angustiosa felicidad», «De la ideología a la angustia» y «La angustia vital: amor, sentido, muerte». Una angustia humana que, más allá de la provocada por las estrecheces de lugares o del tiempo, es vivida como un mal del espíritu que tiene grados de aflicción, ansiedad, temor opresivo sin causa precisa y aprieto, y que provocan situaciones apuradas que causan sensaciones de opresión en la región torácica o abdominal. Elevada al extremo, la angustia conduce al dolor y al sufrimiento profundo más allá de la náusea.

El filósofo advierte que «la angustia nace de la nada y nos recuerda que tarde o temprano acabaremos en la nada». Por tanto, la angustia es algo indefinido, un temor a todo lo que nace, paradójicamente, como recuerda Kierkegaard, de aquello que define la esencia del ser humano, la libertad. De modo que Fornés propone una definición de angustia como el vértigo de la libertad. A partir de esa idea, el filósofo mostrará en sus charlas cómo en la actualidad, a pesar de que la palabra libertad resulte omnipresente, el hombre no es en realidad tan libre como parece y cómo en el siglo XXI se vive permanentemente angustiado, «sufriendo por el miedo a sufrir». Y dice: «Desenterrada de nuestra sociedad la idea de la muerte, nos hemos empeñado también en desenterrar la de sufrimiento, de ahí que nos hayamos convertido en una sociedad temerosa e hipocondríaca, en donde todo debe ser prevención ante la posibilidad del dolor, donde los alimentos ya no son buenos o malos, sino saludables o insanos, una sociedad que a fuerza de no querer enfrentarse a la realidad de la muerte y el dolor, duplica su sufrimiento, pues su huida no conduce a nada, y todos sus esfuerzos en pos de la perfecta felicidad están, obviamente, condenados al fracaso».

Deber de ser feliz

Otra de las cuestiones que se tratarán en este ciclo es el anhelo «imperativo» de felicidad, que se ha convertido en uno de los factores que más angustia produce en nuestra sociedad. Para Fornés, «vivimos bajo la feroz dictadura del deber de ser feliz» . Durante milenios, la humanidad utilizaba como guía, como vara de medir, el sentido de la vida, la trascendencia, lo espiritual. «Las vidas de los hombres de bien debían regirse por el deber, la virtud…, hoy ya no tenemos nada de eso, vivimos en un mundo secularizado, y hemos convertido en medida absoluta de nuestra vida a esa idea tan imprecisa y vaga que es la felicidad», afirma.

De modo que «somos infelices a base de querer ser felices, fotografiamos una y otra vez aspectos banales de nuestra vida, siempre sonriendo, para mostrar al mundo nuestra desbocada felicidad», añade frente a la extendida práctica de los selfies, sobre todo entre los más jóvenes, en una época dominada por las redes sociales en la que lo más importante es que los demás sepan de nuestra felicidad. Hasta el punto de que «el fracaso consiste en no ser reconocidos, el anonimato, la tristeza, porque lo importante es darse a conocer, recibir likes , escapar del anonimato».

Esta presión social por no fracasar, por ser feliz, somete a los humanos a una angustia atroz, y además muestra otra de las características de la modernidad: «La de su desmedido orgullo, la de creer que el hombre es tan poderoso que basta con su voluntad para que todo le salga bien, sin reparar que el hombre por mucho que haya avanzado la tecnología está y estará siempre al albur de acontecimientos que no dependen de él». En palabras del filósofo francés Luc Ferry , hemos cambiado el ideal filosófico tradicional de tener una «buena vida» por la idea de que la vida nos salga bien. Como si la vida fuese como un estofado de ternera y pudiese quedar perfecto o pasado de sal…

Felicidad y placer

Y a la pregunta: ¿qué es la felicidad?, Fornés responde que «realmente resulta difícil definir esta idea, porque en realidad la felicidad es más una ilusión, un anhelo, un deseo, que algo concreto». Y subraya que hoy en día «existe una confusión total entre felicidad y placer, de forma que tendemos a perseguir la felicidad a través del goce físico, material, pero claro, gozar de un momento de placer físico no es ser feliz». De hecho, recuerda que Aristóteles afirmó que una vida dedicada a los placeres es una «existencia digna de las bestias».

En opinión de Fornés, «la felicidad es algo parecido a la línea del horizonte, por más que avancemos siempre estará más allá». Y recomienda «caminar», es decir, «vivir de verdad, aunque las más de las veces el camino será cuesta arriba, alguna vez plano, y de tanto en tanto, en pequeños tramos, cuesta abajo, hay que vivirlo con la profundidad que se merece, sin obsesionarse con el objetivo de esa ansiada felicidad, pues como diría Cervantes, el camino es siempre mejor que la posada».

De ahí que, «frente a la angustia de la libertad, frente al miedo a nuestra propia finitud , frente a la ansiedad por no ser felices, probablemente el único bálsamo auténticamente eficaz es el de la filosofía, que siempre nos recuerda que no hay nada importante que no esté ya en nosotros, y que la auténtica elección, el auténtico camino a la sabiduría es el que conduce a nuestro interior: elegir elegirnos».

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