José García Domínguez - Punto de Fuga

El Ceaucescu catalán

Los ingenieros de almas de la Generalitat que acaban de cooptar al risueño patriota Comín también han tenido que elegir

El flamante consejero Comín, perito en lunas bajo cuya muy bisoña tutela e ignotos saberes recae nada menos que la Sanidad catalana toda, no ha considerado prudente aguardar hasta la independencia antes de sentar sus reales en un despacho oficial. Bien al contrario, parece que hay indicios sobrados de que el asunto de su colocación se le antojaba un imperativo de la máxima urgencia histórica. Eso sí, una vez atado lo suyo, el patriota Comín ha dejado claro que no tiene intención alguna de justificar el sueldo hasta que llegue el gran día. Mientras tanto, pues, los pacientes locales seguirán haciendo cola en las interminables listas de espera del Servei Català de la Salut. Y así nos lo acaba de hacer saber sin el menor asomo de pudor por su parte.

En cierta ocasión, el difunto Nicolae Ceaucescu, un decidido partidario de las políticas de austeridad, dejó a los habitantes de Bucarest sin calefacción durante un invierno gélido para poder pagar la deuda externa de Rumanía. Al tiempo, ordenó gastar un tercio del PIB del país en la construcción de un palacio presidencial que estuviera a la altura de su delirante megalomanía narcisista. Había que elegir, o calefacción para la población o palacio nuevo para el ego de Nicolae. Y el camarada Nicolae, huelga decirlo, eligió palacio. Los ingenieros de almas de la Generalitat que acaban de cooptar al risueño patriota Comín también han tenido que elegir. Sanidad y farmacias o TV3, he ahí el dilema de sus patrones. Naturalmente, eligieron TV3. Sépase al respecto que la plantilla de TV3, con una audiencia potencial de apenas 7,5 millones de víctimas, ronda ya los 2.700 comisarios políticos, más del doble que Tele 5, una sociedad mercantil con ánimo de lucro cuyo mercado teórico sobrepasa los 47 millones de espectadores y que cuenta mil empleados y pico. De ahí que la nómina de la televisión nacionalista suponga para los contribuyentes un quebranto que viene rondando los160 millones anuales. Lo dicho, a esperar sentados.

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