Caudillismo

Con su Crida Nacional per la República (CNR), Carles Puigdemont y su círculo integrista -añadan algunos jubilados de CDC- lanzan una OPA sobre el PDECat y ERC. Carles Puigdemont no confía en un PDECat que -contraviniendo el deseo del Legítimo- apoyó la investidura de Pedro Sánchez. Tampoco confía en una ERC que habría apostado por el diálogo con el Estado.

Para el integrismo independentista -¿existe un independentismo no integrista?-, el PDECat y ERC habrían renunciado a la unilateralidad en beneficio del catalanismo moderado y pactista. ¿Qué hacer? Carles Puigdemont y su cohorte plantean un órdago en toda regla: frente a los tibios o traidores, la CNR. O eso o las tinieblas.

La CNR -así se chantajea al personal político y se da gasolina a la infantería independentista- apela al 1 de Octubre, al 27 de Octubre y al inexistente derecho de autodeterminación de Cataluña. Y, también, a la Unidad, la República y la Cataluña Nacionalmente Libre. Más: la CNR arremete contra unos partidos caducos que únicamente defienden sus intereses.

Por eso, el puigdemontismo da un golpe y copa una parte del PDECat para anularlo. ¿Cómo? Adhiriéndole a la CNR. Para ir más allá de los partidos y construir «un nuevo espacio político que haga la República». De momento, ERC no cede. La CNR quiere construir un Movimiento. Nacional, por supuesto. ¿Les suena de algo? Sí. Caudillismo incluido.

No niego ni mucho menos la vocación, el anhelo y el apetito independentista de Carles Puigdemomt e integristas. Pero, la CNR es un episodio más en la lucha fratricida por la hegemonía del nacionalismo en Cataluña. Lo que está en juego es el Poder. Carles Puigdemont y los suyos -aprovechando la espiral emocional desencadenada por el Legítimo- quiere arrebatar la supremacía partidista a ERC y el PDECat y convertirse en el Único. Yo, el Supremo.

De rebote, la CNR y su retórica disimulan la falta de relato y programa creíbles de un independentismo que vaga por el espacio sideral. Otro placebo. Sigue la ficción.