Ángel Hernández Guardia - Tribuna Abierte
Cataluña: nacionalismo racista
Quienes tienen inoculado el pensamiento supremacista ya no tienen vuelta atrás
Del murciano charnego, o del moro de mierda, hemos pasado al español de mierda, de forma gradual y no casual. Obedece a un plan predeterminado para conseguir un pueblo nuevo, superior, con derecho a privilegios sobre el resto de las razas, basado en la creencia de la supremacía y construido a través de la llamada ingeniería social.
«Español» ha sido el insulto que los separatistas han usado estos días contra los policías autonómicos que hacían como que protegían a la policía judicial a la que sitiaron y maltrataron por «españoles» («fuera, fuera, fuera las fuerzas de ocupación»).
Con base en la antropología lingüística y el etnolingüismo, se ha ido construyendo una etnia cultural a la que el nacionalismo catalanista convirtió en raza, por definición superior al resto. («La Raza Catalana» 1ª y 2ª Parte. Francisco Caja, Ediciones Encuentro). Este es el proceso desde la renuncia al federalismo por parte de Valentí Almirall en 1841 hasta el charnego Rufian, actual intelectual de ERC o a la pequeña burguesa anarco-comunista de Gabriel. Este es el proceso de construcción de una lengua, convertida en etnia cultural, para elevarla al nivel de raza superior.
Y, esto, señores, no se cura. Quienes tienen inoculado el pensamiento supremacista ya no tienen vuelta atrás. Para ello han segregado a la población en los que acatan estos principios identitarios como propios de un territorio en expansión y los que deben ser expulsados o eliminados (identitariamente, primero; socialmente, después, y materialmente, al final).
Esta parte de la población de Cataluña, española y por tanto catalana, que no se identifica con la cultura fabricada, sino con la histórica y real, de lengua española o bilingüe voluntario, no impuesto, es la que alcanzados los dos objetivos de separación identitario y social están tratando de eliminar desde la rebelión del Parlament hace unos días, también materialmente.
O conversión y renuncia, o expulsión social y eliminación material. El proceso que se aceptó ingenuamente en la Constitución española.
Llegados a este punto de no retorno, todo va a depender de lo que ocurra hasta el día 1, tanto en Cataluña como en el resto de España. La raza superior está movilizada y envalentonada; las instituciones nacionales y el Gobierno de España están dando una respuesta que no sabemos si será suficiente (ni si será «proporcional»). La sociedad civil minorizada, desorganizada, dividida, sin financiación nacional para el desarrollo y defensa de su identidad cultural, está asustada y a punto de tener que elegir entre el sometimiento o el éxodo.
Las escasas organizaciones cívicas que les representamos legalmente somos ninguneadas por los dos frentes institucionales (el separatista y el nacional) y, aun así, hemos llegado a un acuerdo unitario para dar respuesta de movilización social al separatismo el próximo día 12 de octubre en Barcelona. De lo que ocurra hasta el día 2, con las instituciones nacionales a las que respaldamos como único instrumento de salvación, y de la capacidad de movilización de la sociedad democrática el próximo Día Nacional de España, depende la suerte de esta nación llamada España.
ÁNGEL HERNÁNDEZ GUARDIA ES PRESIDENTE DEL MC 12-OCTUBRE DE CATALUÑA